Paco de Lucía por Francisco Javier Irazoki

Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista CLOC. La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado Cielos segados, comprende los libros Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. La editorial Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.









Paco de Lucía


Wiquipèdia. Autor: montuno.



          Un día soleado de abril en San Juan de Aznalfarache. Varios amigos nos sentamos a la mesa blanca de la venta de Manuel Molina. Tras los aperitivos, Molina recuerda su encuentro en la infancia con Francisco Sánchez, a quien, para distinguir de otros niños que se llaman como él, le añaden el nombre de la madre: Lucía.

           Lo que relata Manuel Molina coincide con las imágenes de Paco de Lucía (Algeciras, 1947) que veo en dos documentales. La posguerra española del siglo XX luce sus ruinas en blanco y negro. El padre del niño es un guitarrista que ameniza las fiestas nocturnas de los señoritos gaditanos y que a la mañana vende verduras en un puesto instalado al aire libre. A pesar de sus esfuerzos, no puede seguir pagando los estudios elementales del hijo de nueve años, y éste abandona la escuela para aprender a tocar la guitarra. No es ninguna tragedia, a juicio de un chico despierto y laborioso cuya habilidad deslumbra al guía del flamenco de entonces: Niño Ricardo. Tanto trabaja encerrado en su habitación, que el vecindario cree que un disco gira sin parar en la casa de los Sánchez.
          Con su hermano Pepe crea el dúo Los Chiquitos de Algeciras. Publican una decena de canciones y pasan la adolescencia en continuos viajes por Europa y América, adonde llegan integrados en la compañía del bailarín José Greco. Después graba con su hermano mayor, Ramón de Algeciras, y Ricardo Modrego. El rostro bello del muchacho, con leve capa de melancolía, se repite en las películas que miro. Se ha habituado a estar solo en los aeropuertos y cuartos de hoteles, y el conocimiento de Sabicas en Nueva York le sugiere más soledad. El navarro le aconseja que se aleje de las influencias y que cuide la veta personal.
          El padre vuelve a hincar su intuición en el centro de la diana: la familia Sánchez se establece en Madrid. Así saltan centellas cuando Camarón de la Isla y Paco de Lucía colaboran. Al cantante le hubiera gustado ser un virtuoso de la guitarra, y al instrumentista cantar con la potencia desgarradora de su compañero. Nunca, en la historia del flamenco, las pasiones insatisfechas han sido sustituidas con tanto acierto.  Los dos jóvenes se juntan en cualquier barucho o esquina, buscan nuevas fórmulas, orillan dificultades y van sin prejuicios a los estudios de grabación. Cumplida esa etapa, poco a poco dejan de acompañarse, y no es por culpa de la vida bohemia de Camarón o del éxito de Paco, en 1973, con una rumba graciosa: Entre dos aguas. La costumbre no debe disminuir la intensidad con que han experimentado.
          Aún no ha cumplido treinta años cuando se asocia a dos guitarristas de jazz, John McLaughlin y Larry Coryell (pronto sustiuido por Al Di Meola). Paco de Lucía califica de “bicho” a John McLaughlin, un músico de espiritualidad nerviosa que desarrolla complejidades armónicas desconocidas por el español. Paco sufre hasta que se ajusta a las técnicas de improvisación del inglés y, al tiempo que abre otra puerta para el flamenco, empieza un diálogo en igualdad de condiciones. La fusión está recogida en tres álbumes. Esporádicamente vuelve a esa línea musical con el místico Carlos Santana o el extravertido Chick Corea.
           Su calidad se impone a la superchería clasista y actúa en el Teatro Real de Madrid, y asimismo se atreve a hacer versiones notables de obras de Manuel de Falla, Isaac Albéniz y Joaquín Rodrigo. 
          Los que analizan su discografía (Fuente y caudal, Almoraima, Sólo quiero caminar, Friday night in San Francisco, Luzía, etc.) encuentran sucesivas revoluciones en el toque de la guitarra flamenca, y entre sacudidas han aprendido los artistas del futuro: Juan Manuel Cañizares, Vicente Amigo, José María Bandera...  
          A la hora del café, Manuel Molina cuenta unos sucesos en los que despunta la personalidad alegre de su amigo. El hombre Paco de Lucía guarda en el carácter, dice, el gozo de quienes escuchan su música.   


FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Del libro “La nota rota”; Hiperión, 2009)
       

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