MILES DAVIS por Francisco Javier Irazoki.

Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista CLOC. La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado Cielos segados, comprende los libros Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. La editorial Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.






MILES DAVIS


Miles_Davis font Viquipedia
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         Para muchos, la cima del jazz.
         No ha nacido en un hogar sórdido, sino que Miles Dewey Davis (Alton, Illinois, 1926 – Santa Mónica, California, 1991) se beneficia del ambiente culto de la burguesía negra. El padre es cirujano dental; la madre, pianista y violinista.  No escasea el dinero en su familia.
         Recibe una trompeta al cumplir los trece años, y veinte meses más tarde se gana la vida en las orquestas de Saint Louis. Su aptitud para la música roza la de Mozart y otros genios de la velocidad. Y aunque, en 1945, obedece los consejos paternos de matricularse en la Juillard School of Music, se venga de los bostezos académicos. No ha cumplido los veinte años y ya está actuando con Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonious Monk y Max Roach, todos hechizados por un imberbe con camisas de dandi. También acompaña a Billie Holiday. Como la inteligencia de Miles Davis encierra una dosis considerable de astucia, opta por el camino personal sin competir con los colegas. Crea un sonido inconfundible. Los críticos se bambolean sobre el fardo de adjetivos: “fantasmal”, “sordo”, “hipnótico”.
         1949 es la fecha en que edita The birth of cool, el disco de su consagración artística. En la obra se distingue la mano inspirada del compositor, pianista y arreglista canadiense Gil Evans, con quien vuelve a trabajar en álbumes igualmente interesantes (Porgy and Bess o Sketches of Spain). Por esta época viaja a París, habla a menudo con Boris Vian y  se enamora de la cantante Juliette Gréco, musa de los existencialistas. Medio siglo después, siguen las páginas sobre una pasión difícil que, cuando se rompe, empuja a Miles Davis al precipicio de la jeringuilla y el polvo blanco.             
         Las drogas y las curas de desintoxicación no le impiden la creatividad, ni el magnetismo para rodearse de talentos. Si Sonny Rollins desaparece, llega John Coltrane, con el que publica discos importantes: Kind of blue, Workin’ with Miles Davis Quintet, Steamin, Someday my prince will come, o el estimado Round about midnight. Suena el torrencial Coltrane, y le responde el sobrio Davis, que, sugiere, no necesita todas las notas del pentagrama. “Basta con tocar las más bellas”, apunta con socarronería.  
         Separado de John Coltrane en 1961, da entrada en el grupo al pianista Herbie Hancock o al saxofonista Wayne Shorter. A finales de la década de los sesenta, introduce la electricidad en su banda, con los teclistas Chick Corea y Joe Zawinul. Dos obras,  Les filles du Kilimandjaro  y Miles in the sky, registran el cambio brusco. Queda inaugurado el jazz-rock. Sin embargo, Miles Davis no consigue arrancarse una pena: es amigo de Jimi Hendrix, pero nunca han coincidido en el estudio de grabación. El británico John McLaughlin viene a cubrir ese hueco. Su guitarra brilla tanto como la trompeta del jefe en los álbumes In a silent way (1969) y Bitches brew (1970).  
         Be-bop, cool, jazz-rock, suite, funk… Miles Davis experimenta con cualquier estilo y materia, ayudado por amigos como Keith Jarrett. Atento a las corrientes juveniles, participa en el festival de la isla de Wight.  
         Entre 1975 y 1980, abandona la música. Las secuelas de un accidente de coche lo mortifican, y aplaca sus dolores como puede. Intenta el alivio con unos cuantos venenos y la defensa de los derechos de los negros; sale de la prisión para ir a los hospitales. Dicen que solamente la paciencia de una mujer, la actriz Cicely Tyson, lo rescata por fin del silencio musical.   
         Muere de neumonía a los sesenta y cinco años. El tiempo le agotó el cuerpo pero no la curiosidad, y aún se empecinaba en nuevas sonoridades. Prince y los raperos Easy Mo Bee y Public Enemy son los compañeros de las últimas mutaciones. En su biografía sí es creíble el verso complicado de Carlos Bousoño: El joven no envejece jamás.
       
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Del libro “La nota rota”; Hiperión, 2009)

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