El mundo poético de Guillermo Aguirre

Guillermo Aguirre Martínez (Madrid, 1979) es doctor en Estudios Interculturales y Literarios por la Universidad Complutense de Madrid (2012) con una tesis sobre el universo imaginario de José Ángel Valente. 
Sus investigaciones en torno a cuestiones de estética han sido presentadas en numerosos congresos nacionales e internacionales, así como publicadas en revistas científicas de ámbito académico. 
Actualmente compagina su labor investigadora con la creación poética y ensayística. Su novela lírica Rayo oscuro de luz será publicada en los próximos meses por Ediciones Oblicuas.





El mundo poético de Guillermo Aguirre

Como parte de un complejo poemario inédito que lleva por título Los amantes, los cinco poemas presentados evidencian la sólida coherencia de la obra a la que pertenecen, siendo tanto en su forma como en su fondo representativos de la misma.

En estos poemas encontramos un yo poético que interpela, que reclama, situándonos en los instantes de la fusión extrema de los amantes, a la vez dolorosa y feliz, donde los elementos agua, tierra, aire y fuego pautan el camino no siempre sencillo de la maduración del hombre hasta hacer posible el acogimiento de ese amor.

(Rocío Badía Fumaz, departamento de Lengua Española y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad Complutense de Madrid)


MUESTRA POÉTICA

I

Después de tantos años salí a tu encuentro

Llorabas, rompías cristales viejos.
Al azar los arrojabas -siempre al azar-

Llovían cristales;
tú eras el mar
y yo tierra que recogía la sangre de entre tus besos


II

¡Yo también, yo también arrojé mi luna contra el cristal!
Por allí mismo pude ver tus manos confluir junto a las mías.
Allí mismo desgarramos nuestra existencia
-cicatriz sobre cielo oscuro-
Vaciamos nuestra sangre sobre el mar
y a él nos arrojamos…



III

Como si por última vez tomase aire,
me falta el aire,
cuando tus hoscas venas me sometieron a infarto



IV

Ahora la llama se adentra por el espejo.
Ahora al fin se comparte el instinto atroz que ayer abrasó nuestra niñez;
mas fue necesario el temor primero y luego el amor,
osado y decidido,
para envueltos en llamas abrasarnos en la pira del deseo



V

Pasaron otoños.

Despacio, de modo religioso e inocente
te despierto

Me pregunto en qué camino caíste dormida, qué hada unió nuestros corazones en extrema angostura
y qué onda amplió los márgenes hasta herir con luz nuestras vidas 

Por tus surcos me muevo libremente, por los recuerdos de un niño malcriado o maltratado que no quiso más cuando se supo mortal

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