Las ciudades tentaculares, de Émile Verhaeren. Traducción de Pedro Alcarría


Hay ocasiones en que un autor muy reconocido y apreciado en determinado país ya sea por la calidad o por la importancia de su obra en un momento histórico, pasa por ser un absoluto desconocido en otras latitudes. Es el caso de Émile Verhaeren (1855- 1916), poeta flamenco de expresión francesa, considerado como exponente fundamental del simbolismo belga y uno de los principales pioneros del modernismo literario europeo, que sin embargo apenas ha visto traducida su obra en nuestro país.



Es este olvido inexplicable de su figura el que he tratado de mitigar, con la ayuda de Ediciones Vitruvio, al enfrentarme a la traducción de su obra más emblemática Las ciudades tentaculares (Les villes tentaculaires, 1895), un conjunto de poemas publicados por primera vez en 1895, que conforman un dramático testimonio de la agonía del medio rural siendo engullido inexorablemente por las ciudades en expansión.

La llanura está aburrida y cansada y ya no se defiende,
La llanura está aburrida y muerta y la ciudad se la come.

La plaine est morne et lasse et ne se défend plus,
La plaine est morne et morte -et la ville la mange.


Por obra de la imaginación visionaria de Verhaeren los poemas del libro parecen describir esas megaurbes que en la actualidad concentran la mayor parte de la actividad humana y que han invadido de forma asfixiante la geografía del planeta, con su infinita red de líneas de comunicación, autopistas y caminos, que las hacen comparables a seres tentaculares, extendiendo su asfixiante urbanismo sobre el mundo y desterrando al olvido la memoria de las sociedades tradicionales.

Las madonas han silenciado sus voces de oráculo

Les Madones ont tu leurs voix d’oracle


Las ciudades Tentaculares, son un extraordinario testimonio de primera mano sobre el avance de la revolución industrial. En vida de su autor, sus versos alucinados, torrenciales y épicos bien podrían haber pasado por excesos imaginativos y concesiones poéticas. Sin embargo, el tiempo ha demostrado la capacidad de la poesía no sólo para capturar las características más distintivas de una época concreta, sino también para predecir los escenarios y desafíos del futuro. 




Verhaeren pues, parece anticipar las convulsiones y violencias del mundo venidero y debido a su compromiso político con la lucha social, dio a esta obra la dimensión de una epopeya trágica, un canto a la vez hipnotizado y lleno de espanto por un mundo temible, que muestra una faz despiadada a aquellas clases más humildes que habrían de sufrir la tragedia del trabajo industrial.

El libro comienza evocando la vida tradicional en la campiña belga y su progresiva agonía, convertida en un lugar abandonado y monótono que va siendo devorado por el avance de la ciudad. Donde hubo campesinos ahora hay sólo máquinas, y en el antiguo lugar de las huertas y los árboles frutales, se alzan las grises fábricas devorando con su fatigosa labor el alma humana.


Formidables y criminales,
Los brazos de diabólicas máquinas,
Segando el trigo evangélico,
Espantaron al viejo sembrador melancólico,
Cuyo gesto parecía acorde con el cielo.


Formidables et criminels,
Les bras des machines hyperboliques,
Fauchant les blés évangéliques,
Ont effrayé le vieux semeur mélancolique
Dont le geste semblait d’accord avec le ciel.


El autor parece dejar atrás los campos y nos hace avanzar en dirección a la ciudad para mostrarnos los dramáticos aspectos de la vida en sus entrañas milenarias, a las que igual que un río de sangre acuden las multitudes atraídas, como por un polo magnético.


Y de todas partes le acuden,
Estos desde los pueblos, aquellos del campo,
Como siempre, desde los confines de la tierra;


Et de partout on vient vers elle,
Les uns des bourgs et les autres des champs,
Depuis toujours, du fond des loins ;


En su transitar por los entresijos de la ciudad, la poesía de Verharen va desgranando escenas de gran vivacidad y convulsa belleza. Se van intercalando diversos poemas dedicados a estatuas que funcionan a modo de alegorías de los pilares de la sociedad: Un monje como emblema de la religión y los cultos ancestrales, un soldado representando el estamento militar, un burgués que nos muestra el poder del dinero y un explorador como encarnación en piedra del progreso científico.

Con Verhaeren entramos en las severas iglesias y en Las catedrales llenas de dignidad y prestigio que aparecen escasamente frecuentadas, solo por unos pocos parias, las viudas de corazón doliente, los marineros del puerto, temerosos de su destino, los obreros de cuerpos rotos y los burgueses ansiosos por asegurar sus ganancias. Todos ellos haciendo sonar y resonar la antífona:


-¡Oh estas gentes, estas gentes
Y la miseria y la angustia que las aplasta!


-O ces foules, ces foules,
Et la misère et la détresse qui les foulent!




En el poema El puerto, el mar entero acude con sus barcos para nutrir el hambre insaciable de materiales, gentes y afanes que acuden a la ciudad desde todos los puntos del globo.


Su puerto está atormentado por golpes y fragores
Y por martillos retumbando el aire con estruendo.
¡El mar entero se dirige a la ciudad!


Son port est tourmenté de chocs et de fracas
Et de marteaux tonnant dans l’air leurs tintamarres
Toute la mer va vers la ville !


En El espectáculo asistimos a una función en un teatro de variedades con batallones de bailarines, payasos y malabaristas, recibidos con fervor por el pandemónium del asombrado público.


Y toda la lujuria de la multitud
De pronto se eleva y la aclama puesta en pie.
¡Oh la blasfemia de oro estridente que aquí se vocifera!


Et toute la luxure de la foule
Se soulève soudain et l'acclame, debout.
Ô le blasphème en or criard, qui, là, se vocifère !


Más tarde, cuando cae la noche, a las puertas de los teatros acuden Las paseantes, prostitutas silenciosas y lentas que Verhaeren compara con mujeres de luto.


Mujeres en duelo por sus almas
Entrelazan sus pasos en silencio.


Des femmes en deuil de leur âme
Entrecroisent leurs pas sans bruit.


Con diversiones que apelan a sus bajos instintos buscan las multitudes distraerse de su trabajo en Las fábricas donde la palabra humana ha sido abolida por el estruendo imparable de las industrias que día y noche infatigablemente, someten a los hombres a unas condiciones de trabajo insoportables.


Mirándose con sus ojos negros y simétricos,
Por los suburbios sin fin,
Roncan noche y día,
Las fábricas y factorías.


Se regardant de leurs yeux noirs et symétriques,
Par la banlieue, à l’infini,
Ronflent le jour, la nuit,
Les usines et les fabriques.


Todo ello para alimentar la codicia de ganancias que alcanza su máxima expresión en el poema La Bolsa con su escenario de actividad febril, repleto de taimadas intenciones de estafa, robo y acaparamiento. Un lugar donde se combate con mezquindad por el dinero, el becerro de oro de la nueva clase burguesa.


Como un torso de piedra y de metal erguido,
El monumento de oro, hierve entre las sombras.


Comme un torse de pierre et de métal debout,
Le monument de l’or, dans les ténèbres, bout


El oro manchado de sangre y sufrimiento humano será gastado en El bazar repleto de novedades que, refulgente en la noche con su trajín desenfrenado y su desmesurada presencia, atrae a una vertiginosa marea de compradores trastornados por el frenesí del consumo.


Es un bazar construido tan alto que en la noche,
Aparece la bestia de llama y ruido
Que asciende a espantar el silencio estelar.


C´est un bazar bâti si haut que, dans la nuit,
Il apparaît la bête et de flamme et de bruit
Qui monte épouvanter le silence stellaire.


En el poema titulado El mostrador visitamos los bajos fondos de la ciudad, lugares de prostitución, de libertinaje y exceso, donde en la noche se comercia con los cuerpos, comparados a fardos de carne en una carnicería.


Es este el mostrador atroz y flácido de la lujuria
Dispuesto, desde siempre, en la frontera
Entre el mar y la ciudad.


C’est l’étal flasque et monstrueux de la luxure
Dressé, depuis toujours, sur les frontières
De la cité et de la mer.


Tanta humillación y miseria conduce inevitablemente a La revuelta que ocasionalmente agita las calles, llena de puños crispados de ira. Vuelan los adoquines como proyectiles los soldados cargan contra la multitud que ha asaltado las mansiones, los edificios públicos, y las iglesias, para saquear y hacer arder la ciudad.


Todas las joyas de la muerte y el desastre,
Brillan así, bajo la mirada de los astros;
La ciudad entera estalla
En una tierra de oro cubierta de llamas escarlata;


Tous les joyaux du meurtre et des désastres,
Étincellent ainsi, sous l’œil des astres ;
La ville entière éclate
En pays d’or coiffé de flammes écarlates ;


Todo bajo la mirada de La muerte que rige inapelable los ritmos de la vida, su figura omnipresente y severa circula por cada rincón de la ciudad, conduciendo a ricos y pobres a su reino.


La Muerte toda en tinieblas
Reina, como un ídolo sentado,
Bajo la cúpula de las iglesias.


La Mort toute en ténèbres
Règne, comme une idole assise,
Sous la coupole des églises.


Finalmente, deposita Verhaeren su confianza en el progreso científico y en el mundo de Las ideas, como única vía de trascendencia y acceso a la verdad transitable para los hombres.
Finalizado el parto terrible de este nuevo mundo, se atisba la posibilidad de un futuro más justo, en que las ciudades, redimidas de su condición de campos de batalla, permitirían la coexistencia en armonía de las gentes que las habitan. Una profesión de fe en el espíritu humano por parte de Verhaeren que, con la perspectiva histórica, nos puede parecer cándida y amarga ironía.


Y sois vosotras, vosotras las ciudades,
Erguidas
De vez en cuando, allá lejos, del uno al otro confín
De llanuras y campos,
Vosotras quienes concentráis la humanidad suficiente,
Rojo vigor y nueva claridad suficiente,
Para inflamar de fiebre y rabia fecunda
El cerebro violento o paciente
De aquellos
Que descubren la regla y resumen en ellos
El mundo.


Et c'est vous, vous les villes,
Debout
De loin en loin, là-bas, de l'un à l'autre bout
Des plaines et des domaines,
Qui concentrez en vous assez d'humanité,
Assez de force rouge et de neuve clarté,
Pour enflammer de fièvre et de rage fécondes
Les cervelles patientes ou violentes
De ceux
Qui découvrent la règle et résument en eux
Le monde.


En definitiva, una obra imprescindible que incomprensiblemente aún no conocía traducción a nuestro idioma y que he intentado abordar de forma minuciosa, con apego al texto original. La poesía de Verhaeren, comparada a menudo con la de Walt Whitman, fluye épica y liberada de las formas métricas tradicionales. Un verso emancipado y espontáneo que parece anticipar las renovaciones formales que conocerá la lírica moderna durante el siglo XX en la obra de poetas como Apollinaire. Como traductor he intentado buscar una equivalencia al ritmo general que imprime Verhaeren a sus poemas, sustentando mi propuesta en una utilización de recursos como la aliteración, que acercaran en lo posible mi traducción a la música del francés. Propósito harto difícil que afortunadamente se ve favorecido por la fuerza y la predominancia de las imágenes en el conjunto.
El resultado, como siempre, queda a juicio del lector. Sólo espero haber abierto un poco una puerta al conocimiento de ese creador extraordinario que fue Émile Verhaeren, consciente de que toda traducción -máxime en una obra literaria de esta envergadura- es tan solo una entre muchas lecturas posibles.


Pedro Alcarria Viera Nacido en: Barcelona , el 11/11/1975, es escritor y traductor. Colaborador en la radio municipal de la ciudad de Castelldefels y poeta con los siguientes títulos publicados: El dios de las cosas tal y como deberían ser (ArtGerust 2015, Barcelona) y Camada (Ediciones Vitruvio 2021, Madrid) elegido como uno de los cinco mejores libros de poesía del 2021 por la asociación de editores de poesía. También ha publicado en distintas revistas literarias de todo el ámbito hispanohablante, como El coloquio de los perros, Casapaís o la revista Enclave, patrocinada por la CUNY (The City University of New York). Colabora como crítico literario con la revista digital Entreletras. Ganador del premio Nuevo Ateneo Online 2021. Coordinador del primer festival de poesía Ediciones Vitruvio en Sant Jordi 2022. Participa en la plataforma internacional de radio on line Casa Bukowski. Miembro del consejo redactor del número 7 de la revista Tinta en la medianoche. Incluido en la antología “Cerca de Hierro” homenaje colectivo a la obra del poeta José Hierro (Ediciones Vitruvio 2022, Madrid) Traductor al castellano de Las ciudades tentaculares, un clásico del simbolismo belga.

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