EL RINCON DEL RELATO: GANAS DE, por Manuel Gris Lorente

Manuel Gris Lorente lleva escribiendo desde que tiene uso de razón, quizá incluso antes, pero como no tiene recuerdos de esa parte de la vida prefiere no arriesgarse a la hora de hacer una afirmación tan tajante.
Influenciado por autores como Chuck Palahniuk, Charles Bukowski, Bret Easton Ellis, Janne Teller, Amy Hempel o Craig Clevenger su escritura está caracterizada por un uso de la locura y la anarquía literaria con la que intenta no dar pistas de qué va a pasar a continuación en sus relatos y novelas. De cuál será el siguiente paso.
La escritura es una forma de escapar del mundo y lo que hay en él, de todo lo que nos para a la hora de ser nosotros mismos, tan intensa y rica, tan grande, que no sabe expresar ese sentimiento con palabras, así que no lo hace. Solo sigue adelante, sin tenerle miedo a la página en blanco, y con la seguridad de que cada letra que usa solo le da algo más de libertad.




GANAS DE

Ganas de dejar de sudar, de poder ir por la calle sin sentirme más cercano a las esponja que a los humano.

Ganas de manta en pareja, de dormir abrazado a alguien, de poder llevar ropa sin que al rato parezca que me he estado haciendo la croqueta por el suelo de un gimnasio especializado en obesos mórbidos.

Ganas de comer lentejas, cocido, chocolate en estado sólido. De poder beberme una cerveza sin prisas ni miedo a que, en 30 segundos, sepa a orina mezclada con alfalfa.

Ganas de que nadie enseñe partes de su cuerpo, de que la humanidad deje de chulear de músculos y de escotes, de bronceados y marcas de bikini. De que llegue una estación donde todos seamos verdaderamente lo que somos, y no estereotipos marcados por los anuncios de verano del Corte Ingles.

Ganas de que muera Ana Obregón, y con ella sus posados.

Ganas de poder permanecer en una discoteca sin que los dueños apaguen el aire acondicionado para que consumamos más con tal de no sufrir un golpe de calor.

Ganas de lluvia, de nieve, de abrigos y de follar bajo una colcha. Ansioso de que salir a la calle no sea una tortura, y de que ducharse con agua caliente sea algo que da verdadero gustico, y no algo que solo hacen los locos que no soportamos el agua fría.

Ganas de que ir a la playa no sea una obligación, de que las colchonetas y tumbonas, de que las neveras portátiles y las palas, se mueran de asco en los altillos.

Ganas de que dejen de preguntarme porque no uso sandalias o camisetas sin mangas, de que me digan que debo morirme de calor con el pelo largo, cuando su novia lo tiene 3 veces más largo que yo y por las noches usa botas de putón con tacón de aguja.

Ganas de Luna cubierta por tu vaho, de caricias con guantes y de abrazos con olor a impermeable. De que sudar sea algo que solo se haga cuando ha valido la pena la última hora y media.

De que se muera el verano, de que arañe el invierno.

De que a la noche, de nuevo, volvamos a cantarle eso de

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