Marta Garcés, escritora
e ilustradora, nació en Barcelona en mayo de 1984, aunque su vida
siempre ha estado estrechamente ligada a Huesca. Es licenciada en
Pedagogía por la Universidad de Barcelona, y en la actualidad
trabaja como docente. Ha participado en recitales en su ciudad
natal, en emisoras de radio, colaborado con sus letras con escritores
y compositores nacionales y en antologías tales como Versos desde el
Corazón (2015), La Isla de la Palabras Perdidas (2015), Y lo demás
es silencio (Chiado, 2015), entre otras muchas. Es autora de varios
poemarios. Además colabora con asiduidad en revistas online
especializadas en poesía y tiene previstos proyectos poéticos. Ha
coordinado la Antología Diagnóstico: ¡Adelante!
cuyos beneficios van exclusivamente a la lucha contra el cáncer.
También dirigió el fanzine mensual Cerebro en Versucción cuyos
beneficios van a la protectora Por Ellos (Tordera), y el libro La
llamada del vacío, junto con Laura Méndez, libro solidario
para el Hogar ProVegan que saldrá a la venta en breve. En la
actualidad a sacado su colección de ilustraciones “Mujeres
sin rostro”.
LA VOZ POÉTICA DE MARTA GARCÉS.
1.
No lo veré.
¿Qué manos te recogerán
esta vez?
¿Con qué ligero vendaval
mecerás tus sueños?
Voy a parirte en sueños.
Sí, en sueños.
Imagino tu entrada en mí,
blanca
directa
nieve coronada
en lo más profundo de mi
vientre.
Pequeñas amapolas
por tus organitos
que irán deformando,
aún más,
los míos.
Y nos haremos uno.
Música acompasada
vientre sonoro
y rumor de un eco
que resonará por el
camino.
Te voy a parir
Ccn todo el dolor de mi
cuerpo
porque sé que no te
acordarás de mí.
Y en mi memoria
borraré la sangre entre
mis piernas,
eternos
vivos
temblorosos
nidos de placenta
disuelta.
No lo verás.
porque has decidido
que no era el momento de
llegar.
Pero lo has decidido tú,
motita amorosa no creada.
2.
Fotografía en el espejo
de mamá.
Aquí, ella bañaba sus
labios en nácar
mientras acariciaba
su pelo negro y rizado.
Seis kilos menos.
Mis vaqueros que envuelven
unas caderas
que cada vez viven menos
de pie
y sueñan entre las
sábanas
con caminos de vuelta…
Siete sonrisas.
Ocho señales de cruz
transformadas en manchas
de carne…
Rosas, pétreas,
bajo los pechos.
Envuelvo mi torso en un
abrazo
y me pido perdón
porque no me creo
(y se pasa la mirada en el
espejo de mamá,
rápido…)
Y tic tac
Tic tac
Caderas que se cierran
y se encojen
y adoptan una posición
fetal
en el camino de ida.
Mi cuerpo encogido
es una luna menguante.
Mis manos
son las argollas que lo
sujetan.
3.
Me desnudo
en otro paraíso.
Eva ya no muerde manzanas,
las vende y las pisa,
pero antes arranca su piel
y la besa.
4.
Hay dos sillas marrones
Simétricamente colocadas
Mirando hacia la ventana.
Ellas están condenadas a
entenderse,
Como yo, conmigo,
Al menos con la que me
dejo ver.
El doctor me invita a
tomar asiento
Y elijo, por inercia,
La que está más triste y
alejada de la ventana.
Hablo, lloro, cojo un
pañuelo
Y voy desgranando
Pedacitos de mujer por la
boca:
La que fui,
La hija,
La amante,
La esposa,
La amiga,
La no madre.
Superado el primer trago
Siento una náusea
Y me imagino tendida
En un mullido césped
Mirando al cielo
despejado.
Es dulce vivir de frente
Con la autodestrucción,
Pero no te preocupes,
mujer,
Esto se soluciona
aumentando la dosis.
Y bebo agua,
Trago bilis
Y dios me mira desde la
puerta cerrada.
Un niño corre a través
De la ventana persiguiendo
una pelota.
No madre…
No madre…
No siempre se siembran
surcos humanos
En unos úteros llenos de
temor.
Y me agarro el vientre
Y me pido perdón,
Otra vez.
La hija,
La amante de hombre mayor,
La esposa loca y triste,
La no madre,
Discutiendo entre sí.
Lo hacen muchas veces
Pero se perdonan con cada
crisis.
- Vuelva en un mes. Tome la medicación.
Me
llevo seis pañuelos apretados en la mano.
Han
pasado dos días solo
Y me
pregunto qué será de aquella silla
Que
miraba hacia la ventana
Por
la que un niño Perseguía una pelota.
Era
yo, la hija.
5.
A
veces cierro los ojos
Entre
la niebla pegajosa de un cigarrillo fumado a escondidas
Y los
ansiolíticos que tomo (no se asusten)
Bajo
prescripción médica,
Que
no dejan que me esconda del todo.
Y
vienen a mi memoria los dedos de TODOS
Los
hombres que me han tocado.
Esos
primeros dedos que señalaron mi primera juventud
Recién
hecha hasta transformarla en llamas y penas,
Esos
primeros dedos de un hombre oscuro en hábitos rectos
Que
rompía desde su tarima a Cortázar en su garganta
Y
multiplicaba sus días con la misma facilidad
Con
la que yo restaba los míos.
Robándole
tiempo a mi tiempo
Y
negándomelo a mí.
Después
de esos primeros dedos del hombre oscuro
Vinieron
los dedos tiernos que quisieron
Hacerme
musa irreal y sueño de almohada para dos.
Y
esos dedos tiernos componían acordes apresurados
Que
rasgaban al aire un “te amo” en lenguaje de signos.
Robándole
tiempo a mi tiempo
Y
regalándoselo a él.
Unos
años más tarde, tras un vaivén de
Dedos
de hombres oscuros,
Tiernos,
Cansados,
Dormidos,
Tristes.
Vinieron
los dedos calmados que quisieron recorrer mi cuerpo con prisa
De la
madurez que se acaba
Y
sumar un sudor recién nacido a una espalda ya harta de transportar
NADA.
Y de
nuevo
Robándole
tiempo al tiempo de mi tiempo
Y
echándolo a perder en la rutina.
Dime,
¿qué mano dejarás que te acaricie ahora, mujer?
Por
el amor de dios,
Si ni
tú misma encuentras el camino de rescate a ti.
Si
entre todas las líneas curvas de las sombras que proyectas en el
día,
Muere
tu fino tacto acobardado.
Dime,
¿qué ganas poniéndole sal a la herida de tu mano derecha
Si
después ni siquiera va a escocer?
Dime,
¿qué consigues dibujando tus nudillos en tu cuello
Apretando
la voz que quiere salir?
Esto
no será eterno, no.
En
algún momento nadie recorrerá tu memoria con sus dedos.
Y los
hombres oscuros,
Tiernos,
Adultos,
Rectos,
Cansados,
Poetas,
Miopes
O
colocados,
Se
irán yendo uno a uno,
Dejándote
con las manos solas y frías
Y con
todos los deseos aun escondidos,
Cayendo
a ambos lados de tu cuerpo
Como
dos
Pesos
muertos
Y sin
TIEMPO
Que
robarle
Al
tiempo.
6.
Estrechas
las vueltas
Que
doy sobre mí misma.
Faltan
fuerzas
Y
ángulos de vista.
Retrocedo
al despertar,
No
sea que el dolor
Madrugue
como yo,
Por
obligación.
7.
Mantas rojas y suaves me
cubren el cuerpo.
Serie geométrica de
color:
Triángulo rojo.
Círculo
carne.
Cuadrado
rojo.
Triangulo
rojo.
Círculo carne.
Cuadrado rojo y de piel
melocotón.
De más a menos.
De dentro hacia fuera.
De todo a nada.
Del pasado al ahora.
En ninguna parte vi tanta
perfección.
Veo series geométricas de
colores
dentro del hueco que
dejaste en la cama.
Un beso rojo.
Una mano blanca.
Un adiós ocre.
Un beso rojo.
Una mano blanca.
Un adiós tan oscuro…
8.
Siempre perdía los
mecheros cuando le apetecía fumar un cigarrillo a las puertas del
Little John.
El cartel que rezaba: “Si
buscas una señal, entra” le parecía lo más jodidamente
acertado en noches de viernes gafadas como aquellas.
Y cabizbaja, paseaba por
Martínez de la Rosa, mientras todos los sonidos se le revolvían en
la cabeza.
Demasiadas cosas en esta
y, demasiadas sensaciones por sentir.
O por querer sentir que,
para el caso, viene a ser lo mismo. La lluvia siempre fue aliada y
los versos de Liñán, entre cervezas y conversaciones para
arreglar nuestros mundos, siempre traen consecuencias.
Íbamos a ser atemporales,
Liñán, pero el tiempo nos engulle a cachitos pequeños y se
opone a dejarnos ir.
Algo hemos ganado
entonces.
O no.
Estamos en ese punto de la
vida en el que las victorias se cuentan a base de poemas paridos a
tiempo y de paradas exhaladas para respirarla aún más.
9.
Siempre
me sangras en los lugares en los que
no
dejas herida, recuerdo.
Me
escueces en la punta de las pestañas,
cuando
no consigo juntar los párpados
del
todo e intentar dormir.
Me
arañas en las orejas cuando pierdo
un
pendiente y se queda, irónicamente,
desparejado
de por vida.
Me
lloras en la planta de los pies,
cuando
al quitarme los tacones
sé que
no podré mirar
hacia
arriba y ver tus ojos clavados
en mi
pelo.
Sí.
Me
sangras en demasiados lugares
pese a
todo.
10.
He
descubierto que mi vida
lleva
cientos de subtítulos pegados
en la
palma de la mano.
Algunos,
reproducen fielmente
la
condena de despertar
e
inyectarse el sol en los ojos.
Otros,
son meras corrientes
que
acompañan a las rutinas
en
discreto paralelismo.
Los
últimos, vienen de frente,
te
plantan un beso en las esperanzas
y las
destruyen.
Es hora
de arrancarlos
con
agua hirviendo de la piel
y
evaporarlos a golpe de sueños.
1 Comentarios
Nunca he leído un poema tan claro, en cuanto a los sentimientos pero, muy duro en su contenido, no sé si entenderlo como una queja o una vivencia total.¡¡ Gracias-
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