Mirna Estrella Pérez nació y vive en Puerto Rico desde el
1978. Tiene editado el poemario Ecos de Eva, Ediciones
Atenas, Barcelona, España, 2005. Fue mención de honor del VII
Certamen de Poesía: “Pilar Paz Pasamar”, de Jerez de la
Frontera, España, con su obra Antífona y obtuvo el Accésit
en el I Certamen Concursalia de Poesía, ciudad de Barcelona 2007,
con el libro: Manifiesto sobre las tristes. En
diciembre 2008, el libro Manifiesto sobre las tristes obtuvo
el Premio Nacional de Poesía, otorgado por el PEN Club de Puerto
Rico, como mejor trabajo poético publicado durante el año 2007. La
segunda edición de Manifiesto sobre las tristes vio la luz en
marzo 2009 a través de Sótano Editores, Puerto Rico. En el año
2010 su libro Miss Carrusel fue publicado, y justo al
año siguiente reconocido por el PEN Club de Puerto Rico. El 21 de
marzo 2020, fue el fallo del PREMIO VICENTE
RODRÍGUEZ- NIETZSCHE, donde el poemario Fallé
en calcular la brutalidad de los años,
obtuvo el galardón. La obra será publicada por la editorial EDP. Su
novela, El dulce cretino de la calle, será divulgada en el
2020 por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico.
LA VOZ POÉTICA DE MIRNA ESTRELLA
Mudanzas
Ophelia, tu trenza púbica no sirvió para nada
Las perras perdemos la custodia de los hijos
cuando la mano se asoma a la caja
tantea
elige el ejemplar que lanzará desde del puente
pasada la euforia.
El Dronning Louise no es exactamente
lo que atraviesa Ophelia a las doce.
Tan chiquitos somos
recalca algún alto funcionario en las noticias radiales.
Tan chiquitos y malandrines
quiso decir, pero no se atrevió.
En casa, Ophelia cuenta los dientes
que se le han ido cayendo al gato.
La llave que cuelga del pecho es anuncio de comida.
Se abre la alacena, se descose la bolsa
se siembra la sequedad de la carne en el plato.
Duele mascar.
El viejo que estuvo mirando con ella hacia el río
habló de su infancia de once años
en un pueblo que no cambia.
El monumento a Víctor Rojas es un pisa-papel gigante
en la casa del bibliotecario.
Bostezo.
En la cama donde murió la tía
papá hizo el amor.
Ophelia se recoge el cabello mojado para pudrirlo.
Se va quitando el camisón de la discordia
zampando el dedo de la discordia
olisquea la discordia misma.
La mantequilla sale por las rendijas del pez en rodajas.
Se entierra en la cama
para comerse las uñas.
Comienza la lectura del libro en la página veintitrés.
El cielo está encendido más allá de la ventana
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Letrre
Nunca te vi correr.
Supe que lo hacías
al borde del Río Piedras, en tus días libres.
En el extremo opuesto
esas casas bonitas
en las que te gustaría vivir
abren sus puertas de garaje como una burla.
No las tendrás.
Yo tampoco te tuve.
Tus brazos se separaron
alguna vez, en una invitación clara al amor
que lo confunde todo.
-Cruzar la calle, sin mirar a ningún lado
fue un acierto -
Aún me parece verte en tus actividades diarias.
Transitabas por el departamento
puños juntos
añorando tener cojones para golpear alguna pared.
Transitabas mecánicamente
para limpiar esto, sacudir lo otro
intentando recoger del suelo a tus muñecas
que resbalan.
Qué sentimiento escondes en el camuflaje del uniforme militar
macho ajeno
ni siquiera de las esposas, de las hijas
de la patria que dejaste atrás
macho tuyo
que te abrazas a ti mismo.
***************************
Yo tengo la intención de ser estudiada, triste mío, como cuando se abren las piernas para que los helados instrumentos del médico espulguen la matriz maldita de la estéril. Era mayo. ¿Me vería desde allí, en aquella tarde tormentosa después de la caída? Él y otros intentaban salir del cesto de basura, yo les cantaba para poco a poco llevarlos a dormir, para poder regresar a mi cuarto, vencida, sabiéndome fría vasija donde se pudren las frutas.
***************************
Hay un apego emocional
entre la palabra agresiva y yo.
Sólo está la verdad adulterada en los labios del hombre,
de toda la raza anómala que somos.
Sólo está la verdad adulterada
en mis propios labios de suspendida en el aire.
***************************
De la serie Siempretardes
“Porque desde el principio me estabas destinado.
Antes de las edades del trigo y de la alondra
y aun antes de los peces”.
Rosario Castellanos
Yo estoy allí,
en todo acento extranjero que te pregunta por la hora,
en la viudez infelicísima de los bosques,
en el maíz que vas ahorrando para las sisellas.
Estoy en tus instantes de pío y maligno,
cuando cuentas hasta diez para no nombrarme.
Yo estoy, porque la mente es poderosa,
y soy una idea con nombre propio que tiene continente.
Estoy. Minimizar la verdad es multiplicar la mentira.
***************************
“Me enseñaron las cosas equivocadamente
los que enseñan las cosas...”.
Rosario Castellanos
Las mujeres no escupimos
aunque tengamos un resfriado del demonio.
Es preferible tragarse toda secreción:
mocos, esperma, lágrimas...
a dejar evidencia de nuestras debilidades,
glotonerías y dolamas por ahí.
Que nunca se sabe quién vendrá a sacarnos en cara
lo poco mujercitas que somos,
con lo duro que es el camino que nos queda por andar,
para nada alfombrado, para nada sobrevolado por pajaritos.
Esos sagrados micrófonos de dios que jamás se callan
***************************
“Es septiembre. Ha llovido”.
Rosario Castellanos
Me vi las manos un momento,
después de pasarlas por el borde de la ventana.
—No soy la misma —pensé—, ya el sucio no me asusta.
Con la costra me hice una línea vertical debajo
del ojo, para simular una lágrima.
—No soy la misma, ya no lloro.
Ya no les temo a los perros.
Debería regalarme uno de lengua larga y negra,
para esas noches que no sé cómo secar.
Me vi los pies de morado esmalte un momento,
después de pisar algún insecto misántropo.
Pensé que hace un tiempo una experiencia como esa
me pudo llevar mínimo a saltar por el balcón.
Hoy todo fue tan sencillo como sumergirlos en agua limpia,
y recoger más tarde los pedazos.
Sentí pena por él,
es una mancha blancuzca en la alfombra.
Me vi los senos un momento,
tan pequeños y prendidos,
después de frotarlos por casualidad contra el estucado de la pared.
Entonces me dije: —Has superado la superficialidad
de las niñitas limpias y lloronas,
que no soportan el polvo,
no el tipo de polvo que hay en las ventanas,
las que mienten cuando dicen que una lengua siempre dispuesta
no les llama la atención,
las que se cortarían el pie después de pisar a una cucaracha,
las que no saben estar a solas con ellas mismas.
Es septiembre. Ha llovido y ya no soy tan cobarde
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Hay un apego emocional
entre la palabra agresiva y yo.
Sólo está la verdad adulterada en los labios del hombre,
de toda la raza anómala que somos.
Sólo está la verdad adulterada
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De la serie Siempretardes
“Porque desde el principio me estabas destinado.
Antes de las edades del trigo y de la alondra
y aun antes de los peces”.
Rosario Castellanos
Yo estoy allí,
en todo acento extranjero que te pregunta por la hora,
en la viudez infelicísima de los bosques,
en el maíz que vas ahorrando para las sisellas.
Estoy en tus instantes de pío y maligno,
cuando cuentas hasta diez para no nombrarme.
Yo estoy, porque la mente es poderosa,
y soy una idea con nombre propio que tiene continente.
Estoy. Minimizar la verdad es multiplicar la mentira.
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“Me enseñaron las cosas equivocadamente
los que enseñan las cosas...”.
Rosario Castellanos
Las mujeres no escupimos
aunque tengamos un resfriado del demonio.
Es preferible tragarse toda secreción:
mocos, esperma, lágrimas...
a dejar evidencia de nuestras debilidades,
glotonerías y dolamas por ahí.
Que nunca se sabe quién vendrá a sacarnos en cara
lo poco mujercitas que somos,
con lo duro que es el camino que nos queda por andar,
para nada alfombrado, para nada sobrevolado por pajaritos.
Esos sagrados micrófonos de dios que jamás se callan
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“Es septiembre. Ha llovido”.
Rosario Castellanos
Me vi las manos un momento,
después de pasarlas por el borde de la ventana.
—No soy la misma —pensé—, ya el sucio no me asusta.
Con la costra me hice una línea vertical debajo
del ojo, para simular una lágrima.
—No soy la misma, ya no lloro.
Ya no les temo a los perros.
Debería regalarme uno de lengua larga y negra,
para esas noches que no sé cómo secar.
Me vi los pies de morado esmalte un momento,
después de pisar algún insecto misántropo.
Pensé que hace un tiempo una experiencia como esa
me pudo llevar mínimo a saltar por el balcón.
Hoy todo fue tan sencillo como sumergirlos en agua limpia,
y recoger más tarde los pedazos.
Sentí pena por él,
es una mancha blancuzca en la alfombra.
Me vi los senos un momento,
tan pequeños y prendidos,
después de frotarlos por casualidad contra el estucado de la pared.
Entonces me dije: —Has superado la superficialidad
de las niñitas limpias y lloronas,
que no soportan el polvo,
no el tipo de polvo que hay en las ventanas,
las que mienten cuando dicen que una lengua siempre dispuesta
no les llama la atención,
las que se cortarían el pie después de pisar a una cucaracha,
las que no saben estar a solas con ellas mismas.
Es septiembre. Ha llovido y ya no soy tan cobarde
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