¿HAY ALGUIEN AHÍ? ciclo a cargo de Ferran Destemple

 

 

Estos pequeños escritos pretenden dar a conocer a artistas que habitan los márgenes, que circulan por donde preferimos no transitar, que realizan obras que no suelen ser para el gran público, pero que no dejan, por ello, de ser imprescindibles. El conocimiento no siempre recorre un camino llano y placentero. A veces, es necesario esforzarnos para subir las altas cumbres y poder ver el lejano horizonte.

 

 

Un proyecto de biblioteca asémica: los escritos y los libros de César Reglero.


La escritura asémica o asemántica, es un tipo de escritura que rehúye, que margina el significado, el contenido semántico del lenguaje. Una vez que el sentido ha sido excluido nos queda un signo vacío, un signo que es únicamente forma.

No entraremos ahora a desarrollar este tipo de escritura, sino que la asumiremos como tal y nos centraremos en el siguiente paso. Si un escritor ya ha desarrollado su escritura asemántica debe plasmarla físicamente, materialmente. El caso más relevante es, sin duda, el de la artista argentina Mirtha Dermisache que ya en el principio de los años 70 adaptó este tipo de escritura a los diversos soportes tradicionales de la narrativa convencional. Así, sus grafismos, constituyeron libros y se adaptaron a todos los formatos habituales. 

 


 

Pero en este artículo no quiero centrarme en la figura de la artista argentina (ya muy estudiada) sino en un caso más próximo y que tiene unas características propias. Se trata del caso del artista César Reglero (barcelonés, nacido en el año 1948) que ya a mediados de los años 80 se inició en el arte-correo. Su inmersión en el mail-art le llevó a, primero, realizar poesía visual y, segundo, a adentrarse en el mundo de la escritura asémica. Aunque nos dice que empezó a practicar este tipo de escritura sin ser consciente de ello, ha llegado a acumular una ingente cantidad de libros manufacturados que contienen todos ellos una indescifrable escritura, un galimatías de signos y garabatos.

 

 

Nos cuenta que empezó, casi inconscientemente, a manipular los periódicos, a intervenir las fotografías, a llenar todos sus espacios con una actividad febril, algo enfermiza y compulsiva. Esta actividad vital que raya la obsesión se puede relacionar con lo que se denomina hipergrafía o grafomanía, que es la necesidad compulsiva de escribirlo todo, con todo lujo de detalles y a todas horas. La grafomanía pretende copiar la realidad a base de describir todo lo que sucede, todo lo que acontece alrededor de uno. En este caso, César prescinde del significado y no pretende escribirlo todo, sino ocupar el espacio con su escritura. No nos cuenta, nos muestra. No nos narra hechos, nos presenta signos personales, subjetivos, extraños. 


 

Nos cuenta que suele pintar sobre páginas de diarios, que comienza por realizar un fondo que oculta la superficie, la información del periódico. Una vez tiene esa área preparada, las composiciones asémicas nacen espontáneamente, como una forma primitiva y ancestral de expresión. Así, aunque su escritura no dice nada semánticamente, si manifiesta, a través de la gestualidad del trazo y de la elección del color, un estado emocional y una personalidad artística concreta y subjetiva.

 

César prescinde del significado y no pretende escribirlo todo, sino ocupar el espacio con su escritura. No nos cuenta, nos muestra.

 

Para César, sus escrituras se relacionan con cierto tipo de pintura (por ejemplo, con las grafías de Cy Twombly) y también con su profesión de psicólogo grafoanalista.



Con el paso de los años, nuestro artista, ha ido acumulando millares de hojas intervenidas que, poco a poco y de forma natural, le han llevado a construir centenares de libros manufacturados. El paso siguiente parece obvio: si posees muchos libros, has de conservarlos y ordenarlos de alguna forma, has de erigir tu propia biblioteca, aunque él no considera desarrollar ningún sistema de catalogación.


César Reglero nos explica su siguiente paso que, de momento, es solo una ilusión:

En el futuro solo aspiro a hacer una única exposición, que consistirá en sesenta libros abiertos cada día por una página. La exposición durará dos meses y se convertirá, simplemente pasando una página cada día, en 60 exposiciones diferentes. Sesenta exposiciones de escritura asémica.”

Para el artista, la exposición ha de realizarse en “un lugar muy especial, un sitio parecido a la biblioteca de un Monasterio de la orden del Císter. Los libros estarán depositados individualmente, en pequeñas vitrinas flotantes y se verán en penumbra, con una débil luz focalizada.”



Con su habitual humor y optimismo, César espera que se haga realidad, que se materialice su sueño, que pueda mostrar su trabajo estético de la forma que tiene diseñada. Para él nada es imposible, pues todavía “soy muy joven y tengo toda la vida por delante.”

 

 

Ferran Destemple

Soy filólogo de formación, pero siempre he rebuscado en lo visual y en lo sonoro aquello que el texto no me llega a ofrecer. Para mí no hay jerarquía entre estos elementos, se mezclan, se arañan o se fusionan mejor o peor dependiendo del soporte. El soporte determina el contenido y el contenido busca el soporte adecuado.

Destripar los interiores del texto, del sonido y de las imágenes y volverlos a montar, como si de un monstruo de Frankenstein se tratara, es un divertimento al que no pienso renunciar.
Me considero un amateur y eso me libera de angustias y obligaciones y me permite fracasar y equivocarme más y mejor.

Si os pica la curiosidad podéis visitar la web de AutismosAutomáticos que coordino al alimón con Pepa Busqué.
 

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