Sobre el giro estético de la filosofía ...

INTRODUCCIÓN:

El presente trabajo pretende ser una reflexión general sobre el llamado giro estético de la filosofía y, al mismo tiempo, sobre el hecho de que la estética, una vez constituida, desplace su atención desde el concepto de belleza al concepto de arte. La expresión “giro estético de la filosofía” se debe a Odo Marquard, que sitúa el origen de dicho giro en la Crítica del juicio de Kant. Aunque la estética ya existía como disciplina desde que Baumgarten la bautizara como tal en 1752, es la obra kantiana la que sitúa la reflexión sobre la belleza y el arte en un lugar central dentro del pensamiento filosófico. Hoy en día los filósofos hablan del giro estético de la filosofía (o del giro estético de la epistemología) con total naturalidad, como si fuera perfectamente lógico y razonable que, en un momento determinado de la historia del pensamiento, la filosofía olvidara su tradicional desprecio hacia el arte y se interesara repentinamente por él. Es evidente que el llamado giro estético se produjo, pero no lo hizo de una forma “natural”. Es más, para que la estética pudiera aparecer y desarrollarse, la filosofía tuvo que pagar un precio y asumir, sin hacerse demasiadas preguntas, cierta cantidad de paradojas e incongruencias. El presente trabajo tratará de descifrar las claves que hicieron posible que la estética se desarrollara a pesar de dichas paradojas e incongruencias, y al mismo tiempo rastreará las fuentes del giro estético remontándose al surgimiento de la ciencia empírica y analizando la relación que a lo largo de la historia ha mantenido la filosofía con el arte y la ciencia.
Tanto el nacimiento de la estética como el desplazamiento de su objeto de estudio hacia el arte son contemplados aquí como una consecuencia del surgimiento de la ciencia empírica y de su desarrollo, con argumentos que abarcan un largo período histórico y la obra de varios pensadores. A lo largo de las siguientes páginas y siempre con el propósito de mantener el máximo rigor histórico y filosófico (siguiendo aquella máxima según la cual copiar a uno es plagio, pero copiar a muchos es investigación) serán frecuentes las citas textuales de diversos autores. No se trata, pues, de un estudio exhaustivo y profundo sobre un tema concreto, sino de un análisis global.
Las relaciones entre arte y filosofía siempre fueron tempestuosas y sólo en la modernidad la estética se constituye como disciplina autónoma dentro del quehacer filosófico (o por lo menos eso es lo que suele decirse en los manuales al uso). Sin embargo su interés desde entonces hasta nuestros días no ha dejado de crecer, hasta tal punto que actualmente la reflexión sobre el arte parece ser uno de los principales pilares del pensamiento contemporáneo.
Tal vez sea el momento (ahora que está tan de moda hablar de la crisis de la modernidad) de recapitular y preguntarse si este creciente interés por el arte no le sirve a la filosofía para ocultar sus propias miserias y enmascarar sus deficiencias, o dicho de otro modo, es posible que la filosofía hable sobre el arte porque ya no tiene fuerza ni razones para hablar de otros asuntos.

Ricard Desola Mediavilla

(continuará ...)