Si bien la idea de conspiranoia no es ajena a la sociedad ni a la cultura popular, es curioso como un sinfín de ideas pasan por verdades para una mayoría de personas, aunque esto no necesariamente se produce con las mismas ideas para las mismas personas, es decir que lo que es percibido como conspiranoia para unos, no lo es para otros.
Conspiranoia
La conspiranoia o las teorías de la conspiración, están lejos de ser un fenómeno de nueva cuña, han sido una constante durante al menos los últimos 100 años, aseguran los profesores Joe Uscinski y Joseph M. Parent, autores de American Conspiracy Theories (Paperback). Son términos que definen un conjunto de ideas que aunque pueden hacer aparición en diversos momentos de la historia, es con la creación de la World Wide Web en 1991 por parte de Tim Berners-Lee y Robert Cailliau que a finales del siglo XX y principios del XXI se consolidan en las redes sociales. Defendidas por individuos o grupos de personas que acusan a entidades o a corporaciones por supuestas manipulaciones y engaños contra las sociedades humanas, y por el enriquecimiento y la obtención de poder. Hablamos de conspiranoia cuando apelamos a una supuesta conspiración de un grupo o grupos con poder, que tienen motivaciones políticas o de control de la población. Así pues y en términos generales, una teoría de la conspiración sostiene que ciertos sucesos importantes en la historia han sido causados por conspiraciones ocultas que en última instancia implican a gobiernos e instituciones con el suficiente poder para ocultar una “verdad”.
Las teorías de la conspiración se basan en prejuicios aceptándolos como hechos. Es decir, que conjeturas o falsedades son presentados como pruebas. Este fue el caso de Andrew Jeremy Wakefield, un exmédico británico que en 1998 publicó un artículo defendiendo la existencia de una relación entre la administración de la vacuna triple vírica y la aparición del autismo y ciertas enfermedades intestinales. Los investigadores Kreesten Meldgaard Madsen, Anders Hviid, Mogens, Vestergaard, Diana Schendel,
Jan Wohlfahrt, Poul Thorsen, Jørn Olsen y Mads Melbye del Danish
Epidemiology Science Center en Dinamarca publicaron en 2002 un artículo en el que hablaban de sus experimentos intentando reproducir los resultados de Wakefield con el fin de confirmar la hipótesis que relaciona la vacuna triple vírica y el autismo o el autismo y las enfermedades gastrointestinales, la conclusión del artículo dice: «Este estudio proporciona una fuerte evidencia contra la hipótesis de que la vacuna triple vírica causa autismo.» El
Consejo
Médico General
(GMC) del Reino Unido halló probadas 32 acusaciones, entre ellas cuatro de fraude y doce de abuso de niños con discapacidad de desarrollo.
Wakefield fue excluido del registro médico en mayo de 2010 con una observación que indica la falsificación fraudulenta en que incurrió y se le revocó la licencia para ejercer la medicina en el Reino Unido.
A pesar de todo ello, el artículo de Wakefield sigue siendo la punta de lanza del movimiento antivacunas.
Una investigación realizada por los científicos de Harvard Dustin Tingley y Gernot Wagner, publicada en Palgrave Communications con el nombre Solar geoengineering and the chemtrails conspiracy on social media, muestra que un número impactante de personas cree en la teoría de que el gobierno estadounidense está rociando secretamente químicos en el cielo para controlar el clima, la salud pública o por motivos más alocados y rocambolescos. En este sentido, los antropólogos Todd Sanders (doctor en antropología por la London School of Economics) y Harry G. West (doctor en antropología por la University of Wisconsin) mantienen en su libro Transparency and Conspiracy: Ethnographies of Suspicion in the New World Order que una amplia muestra representativa de los estadounidenses de hoy, da crédito al menos a algunas teorías de la conspiración.
Todas las investigaciones realizadas por académicos en diferentes campos no conectados entre sí, sugieren que la creencia en las teorías de la conspiración puede ser psicológicamente dañina o patológica y que está relacionada con los sesgos cognitivos, la paranoia y en algunos casos, con los rasgos de una personalidad hipócrita, calculadora, falta de empatía y que lo subordina todo al propio beneficio. Las teorías de conspiración que alguna vez se limitaron a audiencias marginales se han convertido en muy populares en los medios de comunicación, emergiendo como decíamos, en un fenómeno cultural de finales del siglo XX y principios del XXI.
El término “teoría de la conspiración” es usado por algunos académicos como Noam Chomsky o Karl Popper para referirse a un tipo de folclore similar a la leyenda urbana, un relato que se construye con fallos metodológicos.
El académico Karl Popper contrasta que la ciencia se escribe como un conjunto de hipótesis falsables; aquellas teorías y aseveraciones que no admiten ninguna posibilidad de falsación son consideradas metafísicas o no científicas. Por su parte Noam Chomsky, lingüista, filósofo y politólogo, plantea la teoría conspirativa en oposición al análisis institucional que se enfoca sobre todo en el comportamiento público a largo plazo de instituciones reconocidas públicamente, según se registra en documentos académicos o reportes de medios de comunicación, en lugar de coaliciones secretas de individuos.
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Cesc Fortuny i Fabré:
Me
nacieron en Barcelona, mientras Morrison enviudaba a Pamela. Aprendí a
domesticar armónicas y a exhibirlas en circos de pulgas, donde grandes
hierofantes me mostraron el camino que lleva al gran agujero. Con
oficio, albañiles de la palabra me han enseñado a alicatar mi casa. Me
gusta surfear en olas de ruido, me gusta olfatear libros como el perro
enganchado a la entrepierna, y en ocasiones, soy funambulísta de seis
cuerdas. De muy joven me interesó el mundo audiovisual como herramienta
para romper el discurso y el leguaje estructurado.
Mi formación académica es formalmente técnica y tecnológica. Técnico
especialista en máquinas eléctricas, y también en instalaciones y líneas
eléctricas. Técnico de mantenimiento de hardware, técnico Superior en
Administración de Sistemas Informáticos en Red, postgrado en
adminstración de redes Linux/Unix.
Fundador del colectivo de música experimental Artillería Pesada.
Coorganizador del “Festival Tremó” en Monistrol de Montserrat. Redactor y
codirector de la revista cultural La Nausea. Fui miembro de colectivo
artístico Grup Tremó.
He participado en certámenes y festivales de música y arte experimental.
He estado y estoy vinculado a varias bandas musicales. He publicado dos
poemarios y estoy presente en diversas antologías. Interesado en
esoterismo y religiones comparadas, de cuyo estudio se alimenta mi
trabajo artístico.
Escribo poesía y narrativa tanto en catalán como en castellano, así como
ensayos en diversos medios en la red, publicando tambien diferentes
trabajos musicales a través de net labels y sellos independientes.
Acompaño a diversos poetas en recitales, presentaciones y performances con mis trabajos de música experimental.
Residencias artísticas:
• “Un bonic jardí per a destroçar”. Experimentación sonora para el proyecto Zé Pekeño. Centre d’art conemporani Konvent de Cal Rosal, (Berga, Colònia Rosal, Junio 2015).
• “El luto de los colores”. Proyecto pictórico-poético integrado por Jaume Vendrell, Cesc Fortuny i Fabré y Marian Raméntol. Acrílico sobre lienzo sin bastidor de 2 x 2 m. Centre d’art conemporani Konvent de Cal Rosal, (Berga, Colònia Rosal, Septiembre 2011).
• “Metáfora, en busca del lenguaje único”. Proyecto conjunto con Marian Raméntol en el que se experimenta con imagen, sonido y palabra en perpétua mutación. Centre d’art conemporani Konvent de Cal Rosal, ( Berga, Colònia Rosal, Agosto 2011).
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