La Garúa, sello editorial hiperactivo afincado en Santa Coloma de Gramanet, editó hace pocos meses este necesario volumen de poesía centroamericana que viene a llenar un vacío incomprensible. Como nos cuenta Joan de la Vega en el prólogo que antecede a su propia selección, resultaba un poco desconcertante el desconocimiento mutuo entre las nuevas generaciones poéticas unidas por el idioma. Iniciativas como la suya vienen a poner las cosas donde tienen que estar. En este sentido, la materialización de Trilces Trópicos es ya por sí misma un enorme acierto.
También se refiere nuestro antólogo al casi medio centenar de antologías poéticas publicadas recientemente en España, y a los “motivos del lobo” que están detrás del panorama de fuego cruzado al que, tristemente, venimos acostumbrándonos los lectores de poesía españoles. La propuesta de diseño, pues, es otra que la de copar un mercado o tratar de imponer una nómina de nombres. La selección coordinada por Joan de la Vega no es más que un barco que cruza el charco con catorce excelentes autores en la bodega: Camilo Amaru Abarca, Luis Alvarenga, Héctor Avellán, Carlos Clará, Ezequiel d’León Masís, Alfonso Fajardo, Jorge Galán, Osvaldo Hernández, Krisma Mancía, Nora Méndez, Susana Reyes, Francisco Ruíz, Eunice Shade y Douglas Téllez.
Los caracteres comunes a todos ellos son escasos pero no inexistentes. Por ejemplo, basta echar un vistazo a sus historiales para darse cuenta de que colaboran los unos con los otros en proyectos literarios colectivos. De algún modo todos son, además de poetas, editores, conversadores, transmisores, animadores, gentes comprometidas que no esperan la llamada de nadie para ponerse a trabajar. En definitiva, es la gran lección que siempre debe aprender la Península de nuestros hermanos de allá: la fraternidad en la cultura.
En general, llama la atención la seriedad exquisita de todas estas voces. Y la llama sobre todo si comparamos el tono con la poesía que se viene publicando en otras zonas de Latinoamérica, Cuba o Puerto Rico, por ejemplo, lugares en que se edita una poesía más festiva y más atenta a las bastardías de la ciudad que a los problemas de opresión política. Parece que estos escritores estén viviendo un proceso parecido al que vivieron nuestros poetas del Medio Siglo: se acaban de abandonar las banderías revolucionarias, pero las luchas persisten. Se abandona el eslogan como artefacto literario, pero sigue pesando la evidencia de que el horror acecha. Es una de las características que también destaca el antólogo cuando se refiere a las pseudoizquierdas de las democracias como la española, falsos sistemas de comunicación que embotan toda posible iniciativa de transmisión real o crítica. Aquí es donde entran agudos análisis del concepto de Patria como los escenificados por Douglas Téllez, en un tono humorístico no exento de elegía por los fantasmas del genocidio: la lucidez poética aplicada a procesos políticos no es más que un desenmascaramiento constante.
Pero dejemos estas consideraciones para celebrar el hallazgo de poetas como Susana Reyes (sensual, licuante y luchadora) u Osvaldo Hernández (depurada, vanguardista y siempre correcta). La muestra nos ofrece nada menos que trescientas páginas de poesía de primera calidad, escrita tanto por autores inéditos como por escritores más veteranos, sin que en los criterios de selección mediara otra cosa que no fuera el valor real de los textos.
Trilces Trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador (Selección y Prólogo
de Joan de la Vega), Barcelona, La Garúa, 2006, 310 págs. www.lagarua.com
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