Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista CLOC.
La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que
Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado Cielos segados, comprende los libros Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. La editorial Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes; en 2009 La nota rota, semblanzas de cincuenta músicos; y, en 2013, Retrato de un hilo,
libro de poemas en verso. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado
diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la
Música, etc.
PATTI SMITH
La biografía de Patricia Smith (Chicago, 1946) se parece a su música.
Con una madre cantante de jazz que debe trabajar de sirvienta y un padre obrero, la niña Patti se traslada al norte de Filadelfia. En su infancia conoce los discos de Duke Ellington, el esplín provinciano, las devociones religiosas. Crece con una endeblez física acentuada por varias enfermedades. La escarlatina le causa alucinaciones, y la conducta liberal de los padres abre las puertas a amistades que estarían prohibidas en otras casas.
A los dieciséis años, para costear los estudios, brega en una factoría. Sueña con escribir una música tan intensa como la de John Coltrane, a quien ve y escucha en 1963, y la de Thelonious Monk.
Los poetas simbolistas franceses son los educadores de Patti Smith. Lee y repasa las lecciones de Rimbaud, Baudelaire y Lautréamont, y en un poema de erotismo explícito, Dream of Rimbaud, detalla el fervor que siente por el primero de los tres maestros.
Tiene una hija a los veinte años y la entrega a una institución. Por escasez de dinero, renuncia a los estudios que estaba cursando en la Universidad de Glassboro State y trabaja en una fábrica de juguetes. No puede haber un empleo más nocivo para ella, porque el contacto con los objetos destinados a los niños le recuerda la maternidad desdichada.
Del arrabal de Pine Barrens a Nueva York, en cuyas avenidas vagabundea hasta que la acoge el fotógrafo Robert Mapplethorpe, su nuevo amante. La imagen de esos dos jóvenes significa para mi adolescencia una invitación a la aventura, y sigo los pasos de la chica. Patti consagra muchas horas al dibujo artístico, es dependienta de la librería Schreibner´s, reside en el Greenwich Village. Mendiga y canta por las calles de París, donde asegura haber visto en un sueño la muerte, en el mismo día, de su padre y de Brian Jones. El azar agita el cubilete, echa los dados y se cumple el presagio.
Vuelve a Nueva York y se aloja en el hotel Chelsea, al lado de los amigos William Burroughs y Janis Joplin. Todavía veinteañera, redacta dos piezas de teatro (Mad dog blues, Cowboy mouth) con un novio famoso, Sam Shepard, y firma en solitario tres libros de versos (Seventh heaven, Kodak, Witt). He leído la antología de sus prosas, canciones y poemas que en 1979 se edita en España. La imaginación fecunda de Patti en Babel encuentra un traductor de lujo: el ensayista Antonio Escohotado.
Musicalmente, el guitarrista Lenny Kaye tutela los comienzos de Patti Smith, que en 1974 publica una versión del Hey Joe popularizado por Jimi Hendrix. Horses, el primer álbum, sale en 1975, y se abre con la recreación de Gloria (in excelsis Deo), el himno de Van Morrison. John Cale produce el disco. Patti canta con insolencia que se anticipa al punk: “Jesús ha muerto por los pecados de alguien, pero no por los míos”.
Las obras posteriores (Radio Ethiopia, Easter, Wave) son más irregulares. En 1980, Patti deshace la banda. Imitando a Jean Genet, vive en la Guayana francesa.
Desde el fallecimiento, en 1989, de Robert Mapplethorpe, Patti Smith es, antes que nada, la mujer que resiste. En 1994 mueren su marido Frederick “Sonic” -justo en la fecha del cumpleaños imposible de Mapplethorpe- y Todd, hermano de la cantante.
Impulsada por el dolor, con una chaqueta raída sube a los escenarios. Registra discos (Gone again, Peace and noise), da recitales de poesía, pacientemente se deja condecorar por el gobierno francés. Se alejan los días peores cuando Patti reencuentra a la hija que abandonó en 1967, y un hijo guitarrista se incorpora al grupo de músicos que la acompañan.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Del libro “La nota rota”; Hiperión, 2009)
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