Como poeta, ha publicado Llocs comuns (Lugares comunes) (2004); Retorns de l’Est (Tria de poemas 1990-2001) (Retornos del Este –Poemas escogidos, 1990-2001) (2005); Inventari de fronteres (Inventario de fronteras) (2006). En 2008 aparece su último libro de poemas: La disfressa dels arbres (El disfraz de los árboles). Algunos de sus poemas han sido traducidos al croata, esloveno, inglés, polaco y sueco.
La primera vez que pude adentrarme un poco en la poesía eslovena fue durante el primer año que residía en Polonia. Era en la ciudad de Poznań y estábamos en el año 1998. La guerra ya hacía tiempo que había abandonado la antigua república yugoslava, que a la sazón ya era un país independiente, pero todavía seguía cobrándose sus muertes en Bosnia. Volvía de nuevo el interés por los aspectos que rodeaban aquel antiguo país, y en este caso, no podemos descartar Eslovenia, puesto que en la mente de los europeos seguía compartiendo un mismo imaginario geográfico. No obstante, no fue ésta la razón que me impulsó a adquirir un ejemplar (quizás uno de los últimos) de una antología de poesía eslovena publicada no hacía mucho tiempo. Seguramente, el azar jugó un papel importante, ya que el conocimiento sobre la literatura eslovena que yo tenía era más bien escaso. Y otro papel lo tuvo el hecho de que en Polonia se encuentran grandes traductores de poesía eslovena, empezando por la artífice de la antología, Katarina Šalamun-Biedrzycka, quien, después lo supe, es la hermana del poeta esloveno actual más conocido fuera de sus fronteras, Tomaz Šalamun.
Entre los autores más jóvenes que se incluían en aquella antología que me sigue acompañando hasta hoy día, había un nombre que captó mi atención, Aleš Debeljak. Había poemas de sus dos primeros libros y ya hacían entrever una relación muy particular con la tradición poética a través de la forma. Había poemas en prosa y algunos sonetos que se escapaban de los parámetros clásicos puesto que no tenían rima y se constituían de versos que tenían una longitud considerable.
Seis años más tarde, tuve la oportunidad de residir en Eslovenia y de conocer de primera mano tanto la lengua como la literatura de aquel país en la frontera de varios mundos. El mito de Europa Central, junto con un acercamiento a la imaginería popular de los Balcanes, así como la rectitud austríaca configuraban unos comportamientos difíciles de clasificar. En el fondo, cada país es así, un conglomerado de aspectos histórico culturales unido a un deseo de transformación constante y la mitificación de lo que en un inicio son tópicos para poder crear la diferencia. Allí también tuve la oportunidad de profundizar en la obra de Aleš Debeljak, de quien rápidamente conseguí todos los libros de poemas que había publicado hasta la fecha. Me ratifiqué todavía más en los juicios que había tan sólo esbozado en unas primeras lecturas, (cabe decir que durante aquellos años, y antes de haber conseguido las obras en esloveno, pude leer amplias selecciones de sus poemas en traducciones, principalmente al inglés), no tan sólo introducía un discurso que recogía las inquietudes, los temores, las dudas que dejaba a su paso el huracán del postmodernismo, sino que también entablaba en cada uno de los libros un particular diálogo con la forma, con diferentes formas poéticas. Muy pronto aquel autor nacido en la tranquila ciudad de Ljubljana (una de las capitales europeas más pequeñas que existen) ocupó un lugar de preferencia en mi biblioteca particular.
Entre las traducciones que hice para Kosmopolis en la sección Café Europa, recibí un texto de Aleš Debeljak, en inglés, donde explicaba la génesis de su libro de poemas La ciudad y el niño. Curiosamente, unos meses más tarde, recibí el encargo de traducir aquel libro. Fue por mediación de Simona Škrabec, excelente traductora del catalán al esloveno y a la inversa. Un auténtico reto, un ejercicio estilístico en el que tendría que aplicar el mismo diálogo con la forma que había supuesto y casi analizado en profundidad durante las continuas lecturas del libro. En La ciudad y el niño es donde se ve quizás más claramente esta construcción formal, un intento de encerrar el discurso en un molde que deviene demasiado blando, como aquellas figuras que teníamos de pequeños para crear caras o animales con barro. Aquí el barro modifica el molde, y le da una construcción nueva. Y para que el ejercicio sea todavía mucho más complicado, un triple salto mortal que se traduce en la elección de la forma por excelencia en la tradición occidental: el soneto. Debeljak amplia el verso hasta el límite de lo posible, sus sonetos carecen de rimas, y también de lo que consideraríamos un ritmo que viene marcado por la tradición. Por otra parte, la contundencia de algunos de sus versos y el uso de una lengua que también lleva hasta los límites de lo que puede ser gramatical representaban nuevos escollos en la traducción.
No sólo en este libro el poeta y ensayista esloveno demuestra que la poesía en el mundo contemporáneo ha sufrido unos cambios que han modificado para siempre su existencia. Desde el primer libro que publicó, Slovar tišine (Diccionario del silencio),compuesto en su integridad por poemas de tres cuartetos que se agrupan en ciclos (como “Catálogo del polvo” o “Descripción de la historia”). Las guerras sufridas en Europa durante el siglo XX (en especial, para el autor, la guerra de los 10 días en Eslovenia, y las posteriores guerras de los Balcanes) y saber que ya no es la comunidad el puntal de la conciencia sino el individuo se traducen en una poesía que muchas veces es inquietante, traspasa la frontera del propio individuo ante sus temores, ante su propia soledad. Y la forma, que en un principio podría ser como una barandilla donde asirse para poder contemplar el abismo que se abre debajo de nosotros, se convierte en las paredes que podemos observar al descubierto después de echar abajo la fachada de un edificio. Son restos que nos recuerdan lo que antes había allí, y nos dejan recrear todo un mundo imaginado.
Debeljak se permite infringir algunas de las normas que prescribe la poética, como dejar conjunciones o preposiciones a final de verso. Aparentemente, no existen motivos para justificar el cambio de un verso a otro, pero si cogemos cualquier libro de él y observamos la distribución de las palabras en la página, nos podremos percatar de que hay una uniformidad. Son como bloques de piedra tallados a conciencia para ir construyendo el edificio que es el conjunto de los poemas. Hay una armonía y un orden, y transmiten una sensación de regularidad. Es el orden que se impone, un orden exterior que permite las contrariedades del interior del poema. Dos libros compuestos en un espacio de diez años, Minute strahu (fotografije s poti) (Los minutos del miedo (fotografías de un viaje), 1990), y Nedokončane hvalnice (Himnos inacabados, 2000) dan la impresión de que las fronteras entre el poema lírico contemporáneo y el poema en prosa son muy tenues. La decisión del autor determina la lectura que hacemos de los poemas. Y es así como hay que adentrarse en la poesía del autor esloveno, en este diálogo con la tradición, en la incertidumbre de aceptar los modelos establecidos.
Los libros de Debeljak forman un cuerpo compacto y preestablecido, contienen una estructura a veces casi matemática en cuanto a las partes en que se dividen. Es ésta otra de las estrategias desestabilizadoras en su poesía, es un simulacro del orden, la representación de un mundo que se viene abajo pero que todavía tiene la fuerza de intentar encontrar un orden. La contradicción moderna encuentra su realización en estos intentos. En Mesto in otrok (La ciudad y el niño, 1996) y en su último libro publicado hasta la fecha, Pod gladino (Bajo el nivel del mar, 2004) están compuestos por partes que contienen 6 poemas cada una. Si en La ciudad y el niño la base es el soneto, en Bajo el nivel del mar, la base es el dístico en todos los poemas. Debeljak crea variaciones en torno a un tema, y cada poema es un desafío a la forma que se ha impuesto, seguramente antes de empezar todo el libro.
Leer a Debeljak es siempre un ejercicio de gran esfuerzo, principalmente para un lector no esloveno, puesto que la tradición que subyace evoca constantes reminiscencias en su hábitat natural. No quiero decir con esto que sea un autor que no se pueda traducir. Todo lo contrario. A pesar de algunos elementos que forzosamente van a perderse, el lector en la traducción puede entablar un diálogo abierto con su propia tradición. Al fin y al cabo, la tradición europea, en cuanto a las formas poéticas se refiere, es bastante uniforme, consecuencia del dominio de grandes potencias económicas que hasta muy poco habían dominado el panorama poético, como ya apunté en el ensayo anterior. Es también un motivo de celebración que la subversión desde su mismo interior se lleve a cabo por los autores que habían pertenecido a literaturas periféricas.
Entre los autores más jóvenes que se incluían en aquella antología que me sigue acompañando hasta hoy día, había un nombre que captó mi atención, Aleš Debeljak. Había poemas de sus dos primeros libros y ya hacían entrever una relación muy particular con la tradición poética a través de la forma. Había poemas en prosa y algunos sonetos que se escapaban de los parámetros clásicos puesto que no tenían rima y se constituían de versos que tenían una longitud considerable.
Seis años más tarde, tuve la oportunidad de residir en Eslovenia y de conocer de primera mano tanto la lengua como la literatura de aquel país en la frontera de varios mundos. El mito de Europa Central, junto con un acercamiento a la imaginería popular de los Balcanes, así como la rectitud austríaca configuraban unos comportamientos difíciles de clasificar. En el fondo, cada país es así, un conglomerado de aspectos histórico culturales unido a un deseo de transformación constante y la mitificación de lo que en un inicio son tópicos para poder crear la diferencia. Allí también tuve la oportunidad de profundizar en la obra de Aleš Debeljak, de quien rápidamente conseguí todos los libros de poemas que había publicado hasta la fecha. Me ratifiqué todavía más en los juicios que había tan sólo esbozado en unas primeras lecturas, (cabe decir que durante aquellos años, y antes de haber conseguido las obras en esloveno, pude leer amplias selecciones de sus poemas en traducciones, principalmente al inglés), no tan sólo introducía un discurso que recogía las inquietudes, los temores, las dudas que dejaba a su paso el huracán del postmodernismo, sino que también entablaba en cada uno de los libros un particular diálogo con la forma, con diferentes formas poéticas. Muy pronto aquel autor nacido en la tranquila ciudad de Ljubljana (una de las capitales europeas más pequeñas que existen) ocupó un lugar de preferencia en mi biblioteca particular.
Entre las traducciones que hice para Kosmopolis en la sección Café Europa, recibí un texto de Aleš Debeljak, en inglés, donde explicaba la génesis de su libro de poemas La ciudad y el niño. Curiosamente, unos meses más tarde, recibí el encargo de traducir aquel libro. Fue por mediación de Simona Škrabec, excelente traductora del catalán al esloveno y a la inversa. Un auténtico reto, un ejercicio estilístico en el que tendría que aplicar el mismo diálogo con la forma que había supuesto y casi analizado en profundidad durante las continuas lecturas del libro. En La ciudad y el niño es donde se ve quizás más claramente esta construcción formal, un intento de encerrar el discurso en un molde que deviene demasiado blando, como aquellas figuras que teníamos de pequeños para crear caras o animales con barro. Aquí el barro modifica el molde, y le da una construcción nueva. Y para que el ejercicio sea todavía mucho más complicado, un triple salto mortal que se traduce en la elección de la forma por excelencia en la tradición occidental: el soneto. Debeljak amplia el verso hasta el límite de lo posible, sus sonetos carecen de rimas, y también de lo que consideraríamos un ritmo que viene marcado por la tradición. Por otra parte, la contundencia de algunos de sus versos y el uso de una lengua que también lleva hasta los límites de lo que puede ser gramatical representaban nuevos escollos en la traducción.
No sólo en este libro el poeta y ensayista esloveno demuestra que la poesía en el mundo contemporáneo ha sufrido unos cambios que han modificado para siempre su existencia. Desde el primer libro que publicó, Slovar tišine (Diccionario del silencio),compuesto en su integridad por poemas de tres cuartetos que se agrupan en ciclos (como “Catálogo del polvo” o “Descripción de la historia”). Las guerras sufridas en Europa durante el siglo XX (en especial, para el autor, la guerra de los 10 días en Eslovenia, y las posteriores guerras de los Balcanes) y saber que ya no es la comunidad el puntal de la conciencia sino el individuo se traducen en una poesía que muchas veces es inquietante, traspasa la frontera del propio individuo ante sus temores, ante su propia soledad. Y la forma, que en un principio podría ser como una barandilla donde asirse para poder contemplar el abismo que se abre debajo de nosotros, se convierte en las paredes que podemos observar al descubierto después de echar abajo la fachada de un edificio. Son restos que nos recuerdan lo que antes había allí, y nos dejan recrear todo un mundo imaginado.
Debeljak se permite infringir algunas de las normas que prescribe la poética, como dejar conjunciones o preposiciones a final de verso. Aparentemente, no existen motivos para justificar el cambio de un verso a otro, pero si cogemos cualquier libro de él y observamos la distribución de las palabras en la página, nos podremos percatar de que hay una uniformidad. Son como bloques de piedra tallados a conciencia para ir construyendo el edificio que es el conjunto de los poemas. Hay una armonía y un orden, y transmiten una sensación de regularidad. Es el orden que se impone, un orden exterior que permite las contrariedades del interior del poema. Dos libros compuestos en un espacio de diez años, Minute strahu (fotografije s poti) (Los minutos del miedo (fotografías de un viaje), 1990), y Nedokončane hvalnice (Himnos inacabados, 2000) dan la impresión de que las fronteras entre el poema lírico contemporáneo y el poema en prosa son muy tenues. La decisión del autor determina la lectura que hacemos de los poemas. Y es así como hay que adentrarse en la poesía del autor esloveno, en este diálogo con la tradición, en la incertidumbre de aceptar los modelos establecidos.
Los libros de Debeljak forman un cuerpo compacto y preestablecido, contienen una estructura a veces casi matemática en cuanto a las partes en que se dividen. Es ésta otra de las estrategias desestabilizadoras en su poesía, es un simulacro del orden, la representación de un mundo que se viene abajo pero que todavía tiene la fuerza de intentar encontrar un orden. La contradicción moderna encuentra su realización en estos intentos. En Mesto in otrok (La ciudad y el niño, 1996) y en su último libro publicado hasta la fecha, Pod gladino (Bajo el nivel del mar, 2004) están compuestos por partes que contienen 6 poemas cada una. Si en La ciudad y el niño la base es el soneto, en Bajo el nivel del mar, la base es el dístico en todos los poemas. Debeljak crea variaciones en torno a un tema, y cada poema es un desafío a la forma que se ha impuesto, seguramente antes de empezar todo el libro.
Leer a Debeljak es siempre un ejercicio de gran esfuerzo, principalmente para un lector no esloveno, puesto que la tradición que subyace evoca constantes reminiscencias en su hábitat natural. No quiero decir con esto que sea un autor que no se pueda traducir. Todo lo contrario. A pesar de algunos elementos que forzosamente van a perderse, el lector en la traducción puede entablar un diálogo abierto con su propia tradición. Al fin y al cabo, la tradición europea, en cuanto a las formas poéticas se refiere, es bastante uniforme, consecuencia del dominio de grandes potencias económicas que hasta muy poco habían dominado el panorama poético, como ya apunté en el ensayo anterior. Es también un motivo de celebración que la subversión desde su mismo interior se lleve a cabo por los autores que habían pertenecido a literaturas periféricas.
Xavier Farré
ALEŠ DEBELJAK. Licenciado en Literatura Comparada en la Universidad de Liubliana y doctor en Pensamiento Social por la Universidad de Syracuse, Nueva York. Fue becario Fulbright en la Universidad de California y en el Instituto de Estudios Avanzados del Collegium Budapest. Ha colaborado como editor de Prague Literary Review y Verse, ha sido miembro del comité editorial del Davies Publishing Group y editor general de la serie «Terra Incognita: Writings from Central Europe», publicada por la White Pine Press.
Considerado uno de los grandes poetas de Europa central, ha publicado ocho ensayos y seis libros de poesía en esloveno. Han sido traducidos al inglés sus poemarios: Anxious Moments (1994), Dictionary of Silence (1999) y The City and the Child (1999), y sus ensayos: Twilight of the Idols: Recollections of a Lost Yugoslavia (1994) -traducido al castellano con el título El crepúsculo de los ídolos: muerte del siglo veinte en los Balcanes-, Reluctant Modernity: The Institution of Art and its Historical Forms (1998) y The Imagination of Terra Incognita: Slovenian Writing 1945-1995 (1997).
Ha sido galardonado con el premio de la Fundación Prešeren -premio nacional del libro esloveno-, el premio israelí de poesía por la paz Miriam Lindberg y el premio de poesía Chiqyu, de Tokyo. En la primavera del 2002 fue profesor invitado por la Universidad de Klagenfurt, Austria.
No disponemos de una muestra de su poesía en lengua castellana, pero sí la traducción al catalán de algunos de sus poemas:
Considerado uno de los grandes poetas de Europa central, ha publicado ocho ensayos y seis libros de poesía en esloveno. Han sido traducidos al inglés sus poemarios: Anxious Moments (1994), Dictionary of Silence (1999) y The City and the Child (1999), y sus ensayos: Twilight of the Idols: Recollections of a Lost Yugoslavia (1994) -traducido al castellano con el título El crepúsculo de los ídolos: muerte del siglo veinte en los Balcanes-, Reluctant Modernity: The Institution of Art and its Historical Forms (1998) y The Imagination of Terra Incognita: Slovenian Writing 1945-1995 (1997).
Ha sido galardonado con el premio de la Fundación Prešeren -premio nacional del libro esloveno-, el premio israelí de poesía por la paz Miriam Lindberg y el premio de poesía Chiqyu, de Tokyo. En la primavera del 2002 fue profesor invitado por la Universidad de Klagenfurt, Austria.
No disponemos de una muestra de su poesía en lengua castellana, pero sí la traducción al catalán de algunos de sus poemas:
JAMES JOYCE VA DORMIR AQUÍ
Estació de ferrocarril, Ljubljana
Com s’esforça perquè ella miri enrere, per la finestra entreoberta,
a través de l’espessa tela de les cortines que encara pengen dels dies
d’estudiant, Venècia i l’estació imperial de Viena que passen pel davant,
a mig camí de l’escola, com amb prou feines lletreja els noms, les inscripcions
en les vil·les burgeses i en estacions de pobles, puja l’argent viu,
parent de la mort. De l’estat de coses no pots jutjar pels vidres
trencats i amb la boca oberta no està bé menjar records,
però eres tan bella, quan la línia d’autobús et duia
entre la universitat i una habitació millor al barri, amb el teu amant
i el bitllet de tornada. Ara sé que el cucut no fa el seu niu,
s’allotja en llocs d’altri: es casa amb un dels amos, l’altre
l’expulsa a les Hèbrides. No tornaré com tu, em quedaré
aquí. És cert que era ben merescut, encara que no fos inclòs
en el projecte, un xoc breu, un viatge llarg, quan ja no t’he vist
més. Vas seguir avall per l’altra via i l’illa verda
és ara la teva nova casa, i a mi m’has sentenciat a ser una visió.
LA TERRA PROMESA
Un secret, com un tro llunyà i una rosa plomissa,
que xiula i a l’aigua de sobte s’endureix, un secret
que volem assaborir llargament. Encara més. Més
lluny, fins on m’allarga la vista per la planura, pel
ramat dorment entre les teves cames i la forta paret
de la teva esquena que potser s’atura tan sols quan
apareixen les primeres estrelles de les Plèiades.
Estirar la llengua, encara que maldestra, a fi que
el gust sigui molt més meu; sí, voldria això,
amb cada moviment recloure’m més en mi,
més madur per a un nou planeta, que entra
en la meva òrbita i allí surar, i omplir cada porus
de la teva pell amb l’olor de les ostres i no canviar
mai més la solitària nit en el teu temple.
Estació de ferrocarril, Ljubljana
Com s’esforça perquè ella miri enrere, per la finestra entreoberta,
a través de l’espessa tela de les cortines que encara pengen dels dies
d’estudiant, Venècia i l’estació imperial de Viena que passen pel davant,
a mig camí de l’escola, com amb prou feines lletreja els noms, les inscripcions
en les vil·les burgeses i en estacions de pobles, puja l’argent viu,
parent de la mort. De l’estat de coses no pots jutjar pels vidres
trencats i amb la boca oberta no està bé menjar records,
però eres tan bella, quan la línia d’autobús et duia
entre la universitat i una habitació millor al barri, amb el teu amant
i el bitllet de tornada. Ara sé que el cucut no fa el seu niu,
s’allotja en llocs d’altri: es casa amb un dels amos, l’altre
l’expulsa a les Hèbrides. No tornaré com tu, em quedaré
aquí. És cert que era ben merescut, encara que no fos inclòs
en el projecte, un xoc breu, un viatge llarg, quan ja no t’he vist
més. Vas seguir avall per l’altra via i l’illa verda
és ara la teva nova casa, i a mi m’has sentenciat a ser una visió.
LA TERRA PROMESA
Un secret, com un tro llunyà i una rosa plomissa,
que xiula i a l’aigua de sobte s’endureix, un secret
que volem assaborir llargament. Encara més. Més
lluny, fins on m’allarga la vista per la planura, pel
ramat dorment entre les teves cames i la forta paret
de la teva esquena que potser s’atura tan sols quan
apareixen les primeres estrelles de les Plèiades.
Estirar la llengua, encara que maldestra, a fi que
el gust sigui molt més meu; sí, voldria això,
amb cada moviment recloure’m més en mi,
més madur per a un nou planeta, que entra
en la meva òrbita i allí surar, i omplir cada porus
de la teva pell amb l’olor de les ostres i no canviar
mai més la solitària nit en el teu temple.
Más poemas en: http://xavierfarreabcd.blogspot.com
(Artículo Reeditado, publicación original del 2009, ciclo Poesía del Este)
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