"tu casa de dos aguas, templada de perros y alacenas" la voz poética de Bibiana Poveda



Bibiana Poveda: Nací y vivo en Maipú,  Mendoza, Argentina. Tengo los años suficientes para admitir que aún soy una piba en búsqueda de entrañas y almas. Trabajo como docente, profesora de historia, en colegios de mi ciudad.


CASI


Tendrás tu casa de dos aguas, templada de perros y alacenas.
Macetas de concordia y un limonero para colgar tu hígado
entregado a los domingos.
Llenos tus peces y tus títulos, el mercado de pifias
el carneo de gatas insurrectas y la risa de canesú
para cobardes
a rebaja.

Tendrás las cucharitas bien edulcoradas, el sofá emputecido
de almohadones. los platos sin cachar, la fruta casi entera
a excepción de las uvas.

La inconciencia que precede a la vida.

Las palmas en un cuerpo repetido. La dócil harina amasándote
el soborno. el tablero licuado de jugadas.

La solución irremediable del siempre más
más
más
de
lo
mismo.

Tendrás lo que quisiste
y lo que no:
en cada octubre recibirás el látigo que hinque los espejos
de tu buenaventura
y vuelva a mi mano espolvoreando
los barrotes tullidos de una cuna.




TAL VEZ

  

   Capaz que hoy llueve manteca del techo, preparo tostadas y les dejo miguitas a los pájaros que se me volaron de la cabeza.

    Capaz que a alguien de las altas esferas se le pincha una y se da cuenta de que por los bajos andamos con unas bonitas ganas de cerrar el precipicio.

    Capaz que los que estamos a un lado y otro de la acequia, nos aburrimos de jugar al patrón de la vereda. Y hacemos una impetuosa ronda de colores.

    Capaz que si lloro fuerte los ajenuces que tengo en la garganta dejan de tejerme este macramé de silencios. Capaz que si pongo caramelos de menta sobre el teléfono, se refresca el aliento que contengo por la llamada que nunca vas a hacer.

   Capaz que si remuevo las ascuas de dignidad surge una vertiente de relámpagos, un pulso de canciones, una aceleración de lo posible. Capaz que m atusalén y maricastaña decidan casarse finalmente y darnos otra oportunidad de habitar el tiempo de la cosecha.

     Pero capaz que hoy dejo que el masí me agarre nomás y no limpio la herida, ni afilo la esperanza,


ni hilvano arquitecturas de dulces perspectivas.



CAOS


Blusa nueva en el armario: escarcha de una cita apolillada. Mancha en el pómulo: no necesito un tatuaje más de la caducidad de mi colágeno.

 
Desdichas formateadas en PDF; tratamientos alternativos y gobiernos altaneros; el algoritmo del supermercado.


La DGE: sus siglas y rúbricas selladas a todo indicio de comprensión.
Gente que dice: “la gente esto o lo otro”: pertenezco, sin dudas, al clan terapéutico de lo aquello.


Los terraplanistas y su olmo con peras, el llanto nuestro de cada día, mis ojeras, los signos de exclamación, el congreso: a todos los mandaría al ostracismo.


Las tres y cuarto que descargan el plomo del insomnio en las ovejitas de mi consciencia. El tajo distópico de los atardeceres de domingo.


Y vos, ataviado para no ser. 


Vos, que en calidad de asincrónico


presidís este merequetengue que me habita.


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