EL CIELO SOBRE BERLÍN

Él contempla la ciudad de Berlín desde la estatua resplandeciente del Ángel de la paz. Sus alas se borran mientras desciende a las calles berlinesas a escuchar los pensamientos humanos; los niños le perciben, se preguntan por aquello que los adultos han dejado de cuestionar.
"Cuando el niño era niño, era el tiempo de estas preguntas. ¿Por qué soy yo y no soy tú?. ¿Por qué estoy aquí y no allá?. ¿Cuándo empezó el tiempo y donde acaba el espacio?. ¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?. Lo que veo y oigo y huelo ¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?. ¿Realmente existen el mal y la gente que es mala?. ¿Cómo es posible que yo que existo no haya sido antes de existir y que alguna vez yo, que existo ya no seré quien soy?."

El tiempo, el espacio, el mundo desde la pregunta por el tiempo, el espacio y el mundo. Poder pensar la época y la humanidad; permitirnos pensar nuestra territorialidad desde la duda por nosotros: ¿quiénes somos, quiénes hemos sido, qué será de nosotros?. Él, que es eterno, que existe antes de la historia, que es puro espíritu - está intrigado por este mundo humano, finito, histórico, que es pura materialidad. Ese ángel desea lo mundano, lo urbano, lo terrenal, lo fugaz, lo cotidiano; desea los olores, los colores, los dolores, los placeres de este mundo. Recorre los rostros, los lugares; entonces busca un rincón donde asirse, donde caer. Una mujer ilumina su búsqueda, vestida también de ángel, sólo un disfraz. Extranjera, se siente desterrada, sola en un mundo extraño, sufre una pérdida constante, en una vida marcada por la soledad. Sólo busca.
"A veces hablo de mí solo por fastidio. En momentos como éste. En momentos como ahora. El tiempo calmará todo. ¿Es el tiempo la enfermedad?. Como si hubiera que inclinarse para seguir viviendo." "Qué raro no siento nada; es el final y no siento nada. Como si el dolor no tuviera pasado. Toda esa gente que recuerdo y recordaré. Empieza y siempre acaba (...). Por fin fuera en la ciudad. Saber quién soy y quién he llegado a ser (...)". "Casi siempre estoy demasiado consciente para estar triste (...). Estar aquí. Berlín. Aquí soy extraña, sin embargo, todo es familiar. De todos modos no me pierdo, siempre se llega al muro. Esperaré una foto en la máquina, me saldrá otra cara. Así iniciaría una historia. Los rostros, tengo ganas de ver rostros (...). ¿Cómo debo vivir?. Tal vez esta no sea la pregunta ¿Cómo debo pensar?. Sé tan pocas cosas. Quizás porque soy muy curiosa. A veces me equivoco tanto porque hago como si hablara con alguien. Al cerrar los ojos dentro de los ojos cerrados incluso las piedras cobran vida." (Trapecista).
El ángel se convertirá en humano para ser un extranjero junto a ella. Ella que, al desaparecer el circo ha dejado de ser trapecista y busca en otro lugar un destino. "De todos modos no me pierdo, siempre se llega al muro", piensa en su búsqueda de identidad. El muro es el pasado, por él no podemos dejar de ser lo que somos; por el muro del pasado el presente debe volver a lo acontecido para sanar su herida siempre abierta. Otros ángeles recorren la Biblioteca de Berlín, allí está el viejo poeta llamado Homero: él es el único que como un niño, se pregunta por el tiempo (devenir) y el espacio (territorio), por la identidad y la tragedia de saber al final quiénes somos. Nostálgico de un mundo perdido, abandonado entre las ruinas de la ciudad cercada por el muro, busca inútilmente la plaza de Potsdam, el café, el estanco; los lugares que dejaron de existir después de la guerra. La plaza hoy es un desierto, un desván, el recuerdo de los cuerpos mutilados. Los ángeles son los guardianes de la memoria, son los que nos acercan el consuelo de la eternidad, la promesa de la redención. Lo que nos rodea, mirado con ojos entrenados, es una compleja alegoría, que muchas veces no quiere ser comprendida. Y, por desgracia, muchos desdeñan por ignorancia lo que no comprenden. ¿Cómo es la vida de un humano, que sólo vive en lo no-sensible? Un ángel, que no es capaz de percibir lo que los demás sí. Sin color. ¿Cómo es la vida de un niño, que sólo vive en lo sensible (no abstracto)? Un ángel, que deja de serlo, y empieza una vida en lo ya conocido, pero completamente nuevo. Lleno de color. Así lo narra Wenders.


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3 Comentarios

  1. Wim Wenders, es el mejor retratista de ciudades quer he visto. El cielo sobe ... es una preciosidad.

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  2. Preciosa, y su segunda parte tambien ...

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  3. Muy acertado el comentário. Preciosa crica.

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