Francisco Javier Irazoki

Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista CLOC. La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado Cielos segados, comprende los libros Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. La editorial Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc. El poema que publicamos pertenece a su libro inédito Retrato de un hilo.









RETRATO DE UN HILO


La zumaya gorjea suavemente
sobre un cadáver y, mientras amanece, eleva
su delgado alfabeto.

Una muchedumbre avanza
con la mirada fija en la cosecha del río,
y ya se percibe a los que prenden fuego al muerto,
y la música que arde
como una leña triste.

Pasan dos hombres sobre una bicicleta ruinosa
cuando el aire, ese adiós que se respira,
riza su seda en el suelo.
Y llegan todos a la orilla:
el que habla entre bancales de almendros,
el de la belleza quemada,
el que lleva el mistral en los ojos,
el vagabundo que despliega
su cuerpo como un vaho,
una muchacha que amó las tormentas
y que ahora aspira a que su hermosura
sea una senda de agua,
un viejo que sueña con caballos
y bebe despacio su vaso de tiempo.

Ven en la existencia un decorado de la travesía
y en el hombre una migración suspensa.

Después miran en el río
el resumen de los que vivieron.
La corriente vuelca las quemaduras,
un mirlo termina el canto
y la luz se incrusta en sus propias pavesas.



Francisco Javier Irazoki
Benarés, Ganges.

Publicar un comentario

3 Comentarios

  1. El ambiente rural transciende a un sentido telúrico y panteísta fascinante, ¡qué gran poeta Irazoki!

    ResponderEliminar
  2. La presencia de la muerte en nuestro ir viviendo, en nuestra cotidianeidad, y los muertos que habitan con nosotros a los que hacemos hueco y acogemos.
    Andamos de paso, esta vida es la travesía que nos conduce a la otra orilla. Allí vamos llegando.

    Me gusta como el poeta ha utilizado actos, sensaciones e imagenes rutinarias de la vida: montar en bicicleta, el amor de una muchacha, el viento...y sobre esas imagenes nos muestra la muerte a la que todos llegaremos.
    Bello poema.
    Besos

    ResponderEliminar