REFLEXIONES SOBRE EL ARTE, POR ADRIÁN DORADO

CURRÍCULUM VITAE

Cada vez me cuesta mas soportar la idea de que el bendito currículum pueda significar algo de lo que soy, amén de una considerable masa corporal, apenas un endeble psiquismo que rehusa mirarse desde esa cristalizada ilustración.

Por lo demás y dado que el pasado solo existe en el recuerdo y éste se halla en constante mutación, todo de lo que allí surja debe considerarse una renga ficción.

Volubles pantomimas...titubeantes teatros...tan poco iluminados como esta nueva versión que se aprovecha de cuanto hueco y falacia encuentra (igual que la otra) pero seguramente mas real, en tanto incluye la necesidad de aireación que provoca la asfixiante forma tradicional.


Ambas pecan de inverosimilitud desde el vamos, pero esta última tiene la cualidad del detonante y la apertura, en lugar del cierre narcisístico de la anterior.

Y ya metido en la confesión, debo reconocer que cargo con la culpa de lo actuado con alguna rimbombancia, es decir todo.

Pero...bueno... en medio de un agudo ataque de modestia, injustificado como no sea por la senilidad, sólo puedo imaginar dos aciertos: Que la nueva forma tiene, curiosamente, mas energía; y que después de una formativa espera nací en Buenos Aires, en medio de 1946.

Ahora los hechos mas destacados de toda mi trayectoria:


Sin maquillaje

Vi como la gota

Incandescente recibió

La bendición del mar.


Me desnudé

Y fui caña en la vertiente

Oquedad

Cultivo.


Aprendí

A diluir

La pétrea consistencia

De negar.


Dudé

Y entre mis dedos

Se escapó

mi nombre.


Mezclé

Germen y apertura

En toda brisa

Que invitara

A oír,

Planear.


A

Desarmarme

Para dar

Con el lugar

De la asistencia.


Y

Aquí estamos

Puras presencias.




DE LA GEOMETRÍA SENSIBLE AL

REFLEXIONES

Texto de presentación en el catálogo de una exposición en el Museo de Arte Abstracto del Sur de Buenos Aires, curada por Adrián Dorado, director del mismo.

Dado que el material escrito es una parte de la introducción a un ensayo sobre el acto creativo que el mismo artista ha concluído hace muy poco, lo reproducimos como aproximación a un pensamiento singular respecto del fenómeno de la creación.


“El jubileo universal”



DE LA GEOMETRÍA SENSIBLE AL

EXPRESIONISMO ABSTRACTO

Una mirada a lo realizado

por tres generaciones

“Cuanto menos hay de uno,

mas sublime es la experiencia”

Joseph Campbell




“Cuchillo ceremonial”



La utilización de un título puede transformar en rígida esta presentación si pretendemos, de él, algo más de la cualidad orientativa que posee.

Esto nos obliga a alertar sobre el peligro que subyace en el caso de estacionarnos en los vocablos y en la mente, pues las realidades artísticas -en este caso en particular la plástica - exceden los limites verbales, precisamente, porque se pinta lo que no se puede decir.

En concreto: la experiencias profundamente existenciales sólo se pueden transmitir, por resonancia, y a través de la poesía que vive en todas las artes, es decir haciendo uso del valor símbólico y del resultado de su construcción: la metáfora.

Aunque también es cierto que las ideas pueden servir como detonantes de niveles mas elevados a condición de que se transponga la horizontalidad de la mera intelectualidad.

Allí la sabiduría de nuestra percepción, al sensibilizar los conceptos con la creatividad que, en definitiva, es el único salvavidas que poseemos ante la mediocridad reinante.


“Dos que hacen uno”


Aclarado esto veo que, planteada la exposición desde una perspectiva que contiene a diferentes generaciones, es insoslayable el paso del tiempo como una dimensión que invita a la reflexión.

Por esa razón e instaurado “el transcurrir” como uno de los temas, me parece oportuno observar, a través de sus obras, los distintos posicionamientos ontológicos de los artistas porque, en su trasfondo, importan valoraciones sobre lo que les resulta circunstancial y lo que consideran permanente.

Como en términos artísticos el coqueteo con lo momentáneo -la superficialidad de la moda- significa una huída del compromiso ideológico que involucra a toda vida, sería saludable diferenciarlo del encuentro con la “atemporalidad” que es una de las características el arte.

Entonces, mirando desde allí a nuestras conductas, resulta muy endeble la disociación sostenida tantas veces, entre la obra de arte y el ser humano que la crea, pues es evidente que sólo podemos reflejar aquello que somos.

Nada surge de la nada.

En algunos casos y momentáneamente, quizás, seamos una contradicción, otras veces una copia, una gastada repetición, un buen negocio....o por el contrario, lo que supongo que todo artista desea alcanzar: la suspensión en un momento de revelación. Una verdadera epifanía.


“Ví como la gota incandescente recibió la bendición del mar”


Para decirlo desde otra óptica, para un ojo avisor, resultamos ser la materia de aquellos contenidos con los que operamos y no la idealización que, de nosotros mismos, declamamos.

Y una cosa es congelarse en un sistema mercantilista suponiendo la conquista de un lugar en la historia del arte y otra bien diferente la involuntaria claridad que irradia la maestría.

Quiero decir que resulta inverosímil la consagración del artista cuando se invierte tanta energía con el objetivo de un reconocimiento porque, habitualmente, y por las concesiones que exige ese logro, concluimos anulando la maleabilidad y desprendimiento que requiere el encuentro interior.

Ambos territorios se hallan en colisión.

Es que el mercado con sus exigencias fomenta la fabricación, la simulación, el maquillaje, la superproducción y la sobre exposición; manipulaciones que erosionan la autenticidad e introspección necesarias para producir genuinas obras de arte.

So pretexto de la difusión y a causa de los mercantilismos de la publicidad (que no son, precisamente, lo mismo) se propicia el culto a la excentricidad y, por negación de la sutileza, cuanto mas teatralizada en el doctorado o en la payasada, mucho mejor.

De esta manera se genera un clima de figuración que desemboca en todo tipo de falsificación e, inmersos en la hipocresía, permanecemos ciegos a la fractura entre el discurso y los hechos.

Perdemos la creíble y necesaria coherencia como artistas.

A menos que, en estos casos de impostura, nos atrevamos a sostener los fines bastardos que nos mueven.

Pero como el comprador siempre exige un pedazo de cielo y no un empleo de claque, es más que obvio que así, nadie vende arte.

Es que tan solo el anhelo de la brillantez de un título personal y el regodeo por la posesión del mismo almidona el salto que requiere el fenómeno creativo trocando al imprescindible tránsito por una inamovible estatua de sal. Una rígida caricatura más.

En el caso de una inhibidora coyuntura, como son las épocas actuales, me parece prudente reflexionar junto al I ching:


En épocas tenebrosas es necesario el repliegue de las acciones en el entorno a fin de preservar la propia luz interior”


“Lua”


Sólo un pensamiento omnipotente puede pretender que la creación se mantenga indemne, mezclándola con el barro de la decadencia actual.

Continuando en esa dirección, sería deseable esforzarnos un poco por saber si poseemos algo sustancial para decir y, en el caso afirmativo, cuándo es la oportunidad de hacerlo.

Porque sino seguiremos contribuyendo al aturdimiento generalizado y el objetivo, en lugar de ser un aporte al enaltecimiento del ser humano, se transforma en su opuesto. La obsesiva conquista de una vacía presencia.

Puesto que la experiencia nos demuestra que no hay nada que fracase tanto como el éxito, debemos resumir que la trascendencia es algo más que la cristalización forzada en algún punto de la historia.

Esa narrativa cronológica precisa de hechos exteriores fijados en un tiempo y un espacio determinado mientras que el espíritu y sus manifestaciones habitan mas allá de esos limitados parámetros, desarrollándose en la superlativa dimensión del ser.

La vivencia de esa realidad es el más absoluto acto interior. Allí son inoperantes los medios y las cámaras de TV.

Los procesos creativos suelen ocurrir como consecuencia del desapego a todo anclaje recompensándonos con la maravilla de la trascendencia y la vivencia de los instantes de eternidad.

Aceptando el cambio, que en definitiva es la característica de lo permanente, despertamos a “otras vidas” como consecuencia de “sucesivas muertes”.

Me refiero en términos simbólicos y metafóricos (no estoy implicando, por el momento, las teorías orientales de la reencarnación ni las de la psicología transpersonal).

Claro que para consumar la experiencia de la transfiguración del Fénix debemos estar dispuestos a abandonarnos, a facilitar que se disuelva la propia máscara, la pesada personalidad, construída a fuerza de negociación con la crueldad social.

Es el trabajo de vernos y despojarnos de los sentimentalismos para lograr una genuina elevación, pues es notorio que las cristalizaciones y los desapegos son opuestos entre sí e irreconciliables.

A la mayoría de los seres el contacto con esta realidad les produce pánico pues, según parece, no hay nada mas temible que una propuesta de desestructuración y silencio.


“El equilibrista”


Pero allí, en el enfrentamiento con el vacío donde el hombre común retrocede, el artista toma coraje y lo transita fluyendo, facilitando, de esta manera, que la obra se autorrealice.

Para aquellos que se animan a experimentar esta vivencia ya nada se repite ni significa lo mismo.

A los que se rebelan a los mandatos establecidos desde afuera, a quellos que se resisten a las ataduras, se los ve crecer con la dinámica del mundo sutil pues han superado el estancamiento en las refracciones y en los cantos de sirenas.

Disfrutan del placer de la libertad en lugar de solazarse con la caricia en el propio ombligo.

Porque una obra viva, surgida desde el ser mas profundo, nos sacude el alma religándonos a las verdades que tantas veces nos escamoteamos.

Quizás sea, el arte, una de las pocas oportunidades de encuentro con la luz que posee el misterio de la vida y un aprendizaje de blandura y aceptación del universo existencial.

Y dado que, al invertir sus propósitos, las religiones monoteístas occidentales han entrado en una franca decadencia, no visualizo otra posibilidad de trascenderse para los habitantes de esta porción del mundo, que a través del arte.



“La piedra de la ley”



Pero no me cabe duda que, sin el valor para desconocerse ni la permisividad para explorarse, ausente de prejuicios y con intensidad, un artista sólo alcanza la medianía, a lo sumo la ilustración.

Es decir continúa espiando, pues solamente nos habla la alteridad cuando uno se disuelve en ella. Y es allí donde, a mi entender, se expande nuestra conciencia.

A esa dimensión no se accede con los premios, el renombre ni las obsecuentes relaciones sociales.

En ese lugar no existe la alegría indiscriminada para el justo y el injusto, ni quedan impunes las acciones sin decencia.

Mientras no llevemos a cabo ese trabajo interior estaremos anestesiados con las formas menores de la ensoñación, del autoengaño y, consecuentemente, continuaremos suponiendo de nosotros grandes luminarias mientras seguimos proyectando nuestras oscuridades sobre las espaldas de nuestros semejantes.

El viejo y expiatorio círculo vicioso.

Para evitar eso, sería indicativo dejarse inundar por la luminosidad que irradian las obras de los grandes maestros, quienes diferenciaron lo banal de lo esencial y lo temporal de lo eterno, mostrándonos la creatividad que los alejó de constituirse en la “prima donna” de aquella opereta, ya, demasiado vetusta.

Dejaron la segura amarra para navegar dirigidos por la guía interior, supieron capear sus tormentas y llegar a los puertos que nos demuestran, regalándonos con humildad, el valor de la ejemplaridad.

Lo cual no impone la copia ni el seguimiento.

Eso sería no entender su profundo mensaje, pues un alma honesta sabe que cada cual debe inaugurar las sensibilidades con las que ha sido dotado y potenciarlas al máximo.

Por ese motivo organizamos ésta y cualquier otra muestra colectiva: para reunir en el coraje a los eternos presentes - aunque alguno de ellos ya no dispongan del cuerpo, eso es menor pues tan solo se trata de una cuestión de tiempo - y, además, para el disfrute de compartir lo recibido como una nutricia dación.

Es una excelente oportunidad para agradecerlo y para reconocer, también, el enriquecimiento que produce la dignificación de las diferencias.


“Recuerdos de un mañana en épocas de utopía”


Al organizar esta exposición no fuimos motivados por la tan mentada competencia, la confrontación, la supuesta excelencia, ni la manía clasificatoria que seduce tanto a los pequeños de espíritu.

Por el contrario, se trata de una invitación a la grandeza de nuestra intimidad y al festejo para que siga pronunciándose, con las formas que tome, lo desconocido, eterno y maravilloso de la vida.



Adrián Dorado



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3 Comentarios

  1. En silencio atronador, el sueño se hace arte.

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  2. La voz con los ojos al cielo!.
    No puedo estar más de acuerdo
    con la exquisita ceremonia con la qye conduce sus palabras.
    Así , sin más ni más... Me muero de gusto .
    Volveré a leerle ,porque por grande y por dentro, a distancia y de perfil , no es pildorita su estatura para mi pobre jugo.
    Al estimulo de su brillo se derriten del pensamiento los rastros más oscuros y el que llega ya no es ninguno .
    Arte es un propender al hacer y deshacer de sueños y reflejos sin más causa o coherencia que la que marquen el azar, una mente y sus manos .

    Venecia .

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  3. excelente! y no me basta con una sola lectura, ni con un par de ojos.
    felicitaciones.

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