Tomasz Różycki. Uniendo geografía e imaginarios. (I) por Xavier Ferrer

L’Espluga de Francolí, 1971 es poeta y traductor. Traduce del polaco y del esloveno. Cabe mencionar sus traducciones de Czesław Miłosz (Travessant fronteres. Antologia poètica 1945-2000, Proa, Barcelona), de Adam Zagajewski (Tierra del Fuego/Terra del Foc, Deseo, Antenas, todas en Acantilado, Barcelona) y los ensayos de Zbigniew Herbert; y del esloveno, las traducciones de Aleš Debeljak (La ciutat i el nen, Barcelona, Edicions la Guineu) y Lojze Kovačič (Los inmigrados, Siruela, Madrid).
Como poeta, ha publicado Llocs comuns (Lugares comunes) (2004); Retorns de l’Est (Tria de poemas 1990-2001) (Retornos del Este –Poemas escogidos, 1990-2001) (2005); Inventari de fronteres (Inventario de fronteras) (2006). En 2008 aparece su último libro de poemas: La disfressa dels arbres (El disfraz de los árboles). Algunos de sus poemas han sido traducidos al croata, esloveno, inglés, polaco y sueco.


Tomasz Różycki. Uniendo geografía e imaginarios. (II)


Hay poetas que construyen los poemas de una pieza. Es una imagen, una metáfora o un pensamiento los elementos que constituyen la columna vertebral del poema. En los versos hay un desarrollo de la idea, o a veces una serie de variaciones alrededor de un eje común. Un ejemplo de este tipo de construcción poética lo encontraríamos en Wallace Stevens. Hay otros poetas que basan sus creaciones en la asociación de las ideas, no en la idea final. Sus poemas no intentan transmitir un solo concepto o pensamiento, sino que desembocan en una concatenación, una imagen lleva a otra. De esta manera, la imagen resultante no tiene que ser más importante que algunas de las que han aparecido a lo largo de la construcción. Nos puede sorprender más una imagen en un verso determinado. Puede servirnos como ejemplo la poesía del escocés John Burnside. Evidentemente, estas fronteras no son claras, sino tan sólo representan un elemento que nos dice más de la construcción que de la calidad de la poesía. Y todos los poetas, incluyendo a los mencionados, claro está, pueden servirse de una u otra estrategia. Un autor que recurre con frecuencia a la combinación de ambas puede ser Wislawa Szymborska. Sin intentar llevar a cabo ninguna taxonomía, podríamos decir que hay otras construcciones del poema. Hay poetas que presentan una concatenación de imágenes, pero éstas no tienen aparentemente un sentido coherente entre sí, y se hace difícil averiguar cuál es el procedimiento en la mente del poeta que ha hecho que aparezcan una al lado de otra, o cuál es el objetivo al llegar al final del poema. Sería el caso de algunos poemas de John Ashbery, quizás del John Ashbery más imitado (mal) y más seguido por jóvenes poetas en algunas tradiciones. Hay poetas cuya obra adquiere una fuerza inaudita a través de la sentencia. Ya no es una imagen determinada, sino una afirmación, una sentencia que directamente deja de piedra al lector y le obliga a reflexionar hondamente sobre aquel hallazgo lingüístico. En este sentido, la obra de Joseph Brodsky alcanza cotas de una gran perfección. En este poeta ruso, la sentencia juega un papel fundamental. No podemos separar esta estrategia del efecto que quiere conseguir, la sorpresa (y en muchos casos, la admiración por una asociación de sentidos). Si seguimos en el último aspecto mencionado, el de la sorpresa, llegamos a otro tipo de construcción. El de los poetas que presentan todo un mundo ya en el primer verso, en la primera afirmación, en el primer verso. El primer verso-sentencia, provocador de sorpresa, que después se hilvana en una seria de imágenes para acabar en el ovillo de la imagen final. W. H. Auden sería el gran artífice de esta última clasificación. Aunque, como ya explicó Stephen Spender, muchos de los primeros versos de Auden (de la primera etapa, especialmente) se deben a un procedimiento bastante curioso, el de ir eliminando los versos que no les gustaban a sus dos primeros lectores a quienes confiaba la lectura (evidentemente, Stephen Spender era uno de ellos). Si tuviéramos que aplicar esta somera lista de estrategias poéticas a la obra de Tomasz Różycki, sin duda el autor polaco formaría parte de esta última clase. Różycki siempre parte del primer verso, que después va desarrollándose en una concatenación de imágenes, y con una coda final que no tiene por qué ser el resultado lógico de la suma de aquéllas. A la vez, presenta también los versos-sentencia que actúan como puntos de inflexión en el poema. Podemos observarlo en una reducida selección de primeros versos:
Sigo esperando a una carta de allí, pero recibo otras. De los sobres…” (Post scriptum)
Nunca he sabido morir. La inmortalidad…” (Después, en otra vida)
Hoy me preparo para una búsqueda en el sur.” (Misión)
Y después en el sótano cada noche hago esto de nuevo.” (Espectro)
Poder en la repetición, estabilidad en la repetición.” (Repeticiones)
Ni guache, ni aceite graso ni temples de vigilia,” (Astronomía)
Ciertos tipos de vida en bellos decorados…” (Torre)
Todo lo que nos dijeron no fue sino una mentira” (Antípodas)
Aquí no estaremos mucho tiempo. Es un lugar de paso,…” (Novena canción)
En los bellos días del fin del mundo, en algún lugar de Centroeuropa,” (Canción vigesimoprimera).
De repente en medio de la ciudad aparece un volcán.” (Divinidad)
O también todo el ciclo de “Cuando empecé a escribir,…” y una serie de variantes “… aún no sabía”, “…en absoluto sabía”, “… nadie me dijo”, que representa un auténtico desafío a cualquier tipo de construcción metapoética.
En una entrevista concedida al periódico más popular de Polonia, Gazeta Wyborcza, Tomasz Różycki explicó la génesis de muchos de sus poemas. A la pregunta de: “La mayoría de tus poemas son sonetos. ¿No tienes ganas de salir alguna vez de este modelo?” que le formuló la periodista y también poeta Agnieszka Wolny-Hamkalo, Różycki responde: “Esto es porque la mayoría de los poemas los he pensado cuando iba de camino al trabajo, en invierno. Por el camino iba componiendo el poema, pero no tengo mucha memoria, así pues, a fin de poderlo recordar, el poema tenía que ser convenientemente breve y con ritmo, y algunas veces con rima. Cuando llegaba al trabajo, podía sentarme y escribirlo. No tengo las comodidades para sentarme y pensar poemas en mi escritorio, no tengo tiempo ni, en realidad, tampoco tengo escritorio. De esta manera ha surgido la mayoría de mis sonetos, sobre los que se ha discutido por si siguen el modelo francés, o más bien el inglés. Yo sigo pensando que es un soneto típicamente silesiano: más ancho por arriba, y más delgado por abajo”.



Una declaración que nos abre en realidad todo el mundo poético de Tomasz Różycki. Por una parte, la tradición poética, el formalismo que hay en su obra. A pesar de que los sonetos no siguen un esquema rígido, como ya dijimos en el anterior ensayo, hay una apertura de la tradición. Combina la rima asonante con la consonante, el ritmo es más bien silábico que silábico-tónico. En segundo lugar, el movimiento, el viaje constante que translucen sus poemas, el movimiento del mismo lenguaje, la concatenación de las imágenes, una seriación que se efectúa a través de los saltos de la conciencia (o del subconsciente). También, la estación, el tiempo. Różycki escribe principalmente, como aquí indica, en invierno – la verdadera estación, como dejó dicho Joseph Brodsky – y también el paisaje que predomina en los poemas es la variación del invierno. Éste, a diferencia del verano, y aunque pueda parecer paradójico, siempre nos aporta algún elemento nuevo, sobre todo en países como Polonia, donde el invierno no es una palabra desprovista de significado. Los constantes cambios, la nieve, la niebla, la lluvia (con un sinfín de variaciones, la lluvia helada, la lluvia de sirimiri, las lluvias torrenciales), el hielo y el deshielo. Una constante metamorfosis de todo los que nos rodea, de los árboles, de las calles. Cada día es diferente. Y son estas variaciones las que se pasean por los versos del autor polaco. Nos indica también en su respuesta la voluntad de poner en entredicho las clasificaciones, sobre todo cuando hablamos de los aspectos formales, como se ve claramente al hablar del tipo de soneto que cultiva. Y, finalmente, la ironía. Al utilizar el término de soneto silesiano no tan sólo hace uso de ésta, y no tan sólo expresa un afán de escaparse a ser encorsetado por los críticos, también es la ironía un vehículo para expresar su pertenencia, sus raíces que, en definitiva, no son tales, puesto que Różycki siente una cierta extrañeza dentro del mundo de la Silesia polaca. Así, el viaje y las raíces, la geografía externa y la geografía interna basculan para encontrar un equilibrio a través de la formulación de esta alteridad en el lenguaje.

Tal vez, en la época contemporánea, de realidades líquidas y de cuestionamientos de cualquier estabilidad, de parodias y de intentos de comprender el mundo que nos rodea, aunque sea mínimamente, la poesía de Różycki establece unos puentes que permiten ir mirando los diferentes puntos de orientación. Un puente de tablas, un puente que se va moviendo, y por lo tanto, nos movemos en él. Un puente donde mirar una y otra orilla, lo familiar y lo ajeno, la tradición y la innovación. Y cuando estamos en medio del puente, vislumbrar el abismo que se abre ante nuestros pies. Porque así es la poesía de Różycki, una poesía que nos enfrenta al vértigo de mirar la realidad que nos construye y la realidad que construimos.




8. CABO DE HORNOS

Partimos de mañana, la tierna autopista es como
una racha, un alcohol ligero, salimos del sótano a la luz.
¿Cómo fue posible que el paraíso infantil se redujera a cenizas
tan rápido, basta soplar? Partimos para siempre, somos

jóvenes, ante nosotros una nueva vida, y después aún media.
Llevamos maletas, el transporte vagará durante
muchas noches. Tenemos que decir algunas cosas.
Hay algunos objetos bellos que perdieron vigencia,

el dinero nos bastará hasta las primeras lluvias.
Detrás de la luna del coche el país es todavía gris,
de este gris pronto saldrán treinta tres matices de negro
y el color de la sangre. Enterramos nuestra infancia,

esto ya es una cuestión religiosa. Pronto saldrán las sombras
y correrán por la carretera como una jauría de perros hambrientos.

12. LA FLOTA DE SU MAJESTAD

Jugaba solo contra el ordenador, era
soberano en un pobre país de Centroeuropa,
convertido en potencia gracias a mi honrosa
política, el comercio, y también a la fuerza

de mis tropas, de la economía. Si libraba
guerras era por mor de evitar agresiones
enemigas, o en contra de países más torpes
y débiles, aquellos que había que mandar.

Tenía la administración, buenos tribunales,
(se cumplía la ley), una flota y colonias,
gozaba del respeto del mundo diplomático,
y también de mis súbditos. Nunca condené a nadie

sin causa, fuera de los enemigos públicos:
desertores, poetas, traidores, especuladores impúdicos.

15. ANIMALES SALVAJES

Dejamos en torno a la casa tres escudillas
de leche. Esta noche vendrán a beber gatos
o algo más ligero, algo que reconocerás
porque no deja huellas. No haremos las maletas

eternamente, no huiremos, pues no hay huida.
Desplázate en tren, en coche, en avión,
a siete mil metros sobre el grasiento barro
de nuestras grises regiones natales, seguros

en la cabina insonorizada, con una limpia azafata
de cuidadas uñas, con una taza de Henessy,
con asientos regulables, auriculares, un murmullo
de negro jazz en el interior, e incluso así tendrás
una total descompresión. De golpe, el corazón lleno
de fuego saltará de las venas y estallará. Y estallará.

marzo 2004

17. MERCANCÍA HUMANA

Cuando empecé a escribir, aún no sabía
que cada palabra tonta, sola y abandonada,
una vez en el papel tomaría como defensa todo
lo que podría soportar, que se llenaría lenta

de luz, de carne, de corteza, que cogería el cuerpo
de las mujeres y de los animales, de la tierra,
de las cosas saladas y de las cuestiones tenebrosas,
que al final tomaría el papel, las casas, las calles y el caos

de todos los pisos del cosmos, que pediría ayuda
al cielo y a un trozo del infierno, y que por la noche
se movería y gemiría, mordería y marcharía
por todas nuestras camas, salvaje y enorme,

un salvaje y enorme niño. Y que con su lengua negra
tendría que probar la sangre de alguien cada noche.

18. HIERRO Y PÓLVORA

Hemos perdido mucha sangre, pero aún vivimos.
La herida es muy profunda y por ella entra el viento
y el polvo, el ruido de la ciudad: se ve por dentro
y la galería interna de las venas, los tendones, y el pneuma

y también algo que se mueve sin descanso, más adentro
algo vivo se estremece. Tiembla. Con nosotros han usado
un arma del todo nueva, pero vivimos. En los lugares
de una amputación parcial ya crecen, florecen ligeras

prótesis, todo irá bien. Habrá una señal, una cicatriz
cuando te despiertes, habrá marcas en la pared
y un ligero tufo en el aire, en las rendijas brillarán
los vidrios arrancados, se condensarán los asuntos

que existen entre nosotros y la calderilla se pegará
a los dedos, como si la corriente la hubiese soldado.

marzo 2004

19. MACHETES Y CARABINAS

Para J. P.

Desde que dejó de interesarme la literatura,
y por fin empezó la vida y todos sus asuntos,
dieciocho motivos por los que vale la pena
levantarse, las cuatro primeras palabras

que dirá un niño, tu número plural
en relación con mi singular y el resultado
de esta actividad en la cama, que alguien muerto
pueda seguir viviendo en el papel, acampar

entre el gentío en el aeropuerto, vivir en un montículo
de la ciudad, en el fondo de un mar seco entre barcos
muertos, en una tienda de piel de dragón, muerto de noche
bajo un neón llameante a la salida del subterráneo,

tensar cuerdas de sus intestinos y cantar canciones
a los hijos, antes de que despierten y abran los ojos.

24. MAPAS

Freud descubrió América. Y lo hizo de noche,
después de viajar todo un mes en la bodega
de un carguero con tres mil lívidos emigrantes
de ciudades polvorientas de Europa Central.

Todo el mes arrojando. Lo que hasta aquel momento
estaba escondido, salió a la luz. Por fin purificados
después de la cuarentena, estaban en la tierra
prometida desde siempre. Vacíos. Con los pies secos

cruzaron el océano. Todo está en su piel,
así pues, los reconocen, les pagan. Todo es grande,
los bancos, el cine, los coches. Ahora por fin deberán
comer, atiborrarse. Freud soñó que descubría

una nueva tierra que hasta entonces no estaba
en el mapa, y ahora ya no quiere caber en él.

31. FERROCARRIL

Toda la vida en el tren, o dos tal vez,
pues el cuerpo, llevado por el diablo, el hierro
y la rapidez, pierde mucho más que el tiempo,
claro está. Y la vista en nada, ya que en el paisaje

no hay punto de soporte, algo que nos permita
meterlo en un patrón, en un sistema
y librarlo a la física, pensar así que el mundo
tiene algún proceder y en este caso es justo

una máquina, completo. Así sería mejor.
Pero no, hay apéndices, algo que me liga
a la ciudad, al niño, a la mujer, otro sistema,
una matemática donde me multiplico

en diez clones, donde hay un error, algún defecto –
el corazón no late regular con el andén vacío.

32. EL HOLANDÉS ERRANTE

Y de nuevo París, rue Monge, la charlatanería
de los intelectuales, del todo impotente
ante la cantidad de quesos, cafés, ejércitos
de botellas polvorientas, ante la luz, la cama,

cien tipos de amor y doscientos de lujuria,
después postres y coñac. Los labios mordidos
de una chica en primera fila. Claramente, la lengua
nota el sabor, pero a su disposición tiene el vacío

de la metáfora, nada más. ¿Y quién crea del vacío?
De la nada, ¿una nada aún mayor? además, ¿la noche
lo multiplica por sí misma y de todo esto construye
ciudades llenas de nada, pisos, y en estos pisos

gente recortada del vacío, animales henchidos?
Y ellos, ¿a quién transportan? ¿A quién arrollan?

36. BOSQUIMANOS Y EXPLORADORES

Han quemado los suburbios, ahora el fuego
nos rodea, estamos dentro y hace bastante calor.
Es noviembre, todo el día esperamos invitados,
los niños corren hacia la puerta para recibirlos,

mientras, sólo el hollín cae en la cocina y se sienta
en las terrazas blancas, en el pelo, en el mantel.
Penetran algunas partículas hacia nuestro mundo
por grietas no descubiertas, por el ventilador

y por debajo de las puertas. Esta danza es un repertorio
de signos, un alfabeto mímico. Todos bailamos un poco,
si lo miramos como ahora, sin voz, desde la altura de las nubes.
Tenemos provisiones, podemos esperar a que amanezca.

A cada momento los niños corren con un grito hacia la puerta.
Ya vienen! Ya vienen! Pero no hay nadie en la escalera.

39. ARRECIFE DE CORAL (CORAL BAY)

Cuando empecé a escribir, de ninguna manera
sabía que rápidamente me haría tan rico,
que compraría una isla adonde volaría
quince veces al día, que me traerían botellas

las olas, que de mi mano los narvales
comerían, que mi país ocuparía la quinta parte
del mundo, que en lugar de un sueldo
traería conchas, que al despertarme

encontraría en la cama piedras preciosas
y que no se me notaría. Y tendría igualmente
el bolsillo agujereado, me sentaría con vosotros
a la mesa como siempre, y que mis mujeres,

mis niños, mis animales, mis tierras bailarían ante mí
en el aire, se elevarían y caerían de nuevo.

41. EL QUINTO IMPERIO

Cascais, camino de Sintra. A la simple pregunta
¿Quién eres? Contesto en tantas versiones como
vueltas da el molino del corazón. Luego, la muerte
tendrá una joya, un problema, cómo enviar

la notificación, a quién tocar con el dedo hundido
en la sangre. Aquí los delfines juegan y el océano charla,
y yo he despedido Europa y el desorden en los libros,
ya nadie calculará quién en el debe y quién en el haber.

Ahora entro en el mar vestido de contable, de ingeniero,
de profesor de lenguas, se me empañaron los vidrios,
esto es una metáfora en este soleado país, y tendrá
un problema, como ya dije. Y pasará un tiempo

antes de que me reconozcan entre los bosques de corcho,
en el interior del océano, en una gota pétrea de sangre.

50. INTERIOR

En metro por la noche. Subían caras conocidas
de antiguas fotografías, pero desconocía
sus nombres, y las lenguas en que hablaban.
En cada estación bajaban, subían, niños y mujeres,

los de la familia, y la lejana, armenios y judíos, soldados
con uniformes de tres ejércitos vencidos, y contaban
la historia de la bella juventud, de la traición y de su ciudad,
de los vecinos y de Europa, y cada uno tenía un objeto,

una prueba fundamental: un botón sacado de una tumba,
una medallita oxidada, una gorra con un emblema, un libro
salvado de una casa en llamas, un mechón de pelo
de un niño, una carta de otro mundo, un reloj estropeado

que se detuvo en el momento del adiós, cuando
el beso lo transforma todo en piedra, a la gente y el viento.

septiembre 2005

57. ANTIGUA FORTALEZA

Terminó el siglo veinte y la literatura abandonó
las ciudades, sus cálidas cenizas, sus habitaciones
olvidadas, las profundas iglesias, las voces
en los sótanos, las cerezas y los exámenes,

la arqueología, y a los alemanes, judíos, polacos,
a las turbas en los andenes, Schulz murió, murió Roth.
Desde entonces la literatura echó a los espectros
de las calles, de los jardines, de los barrios,

lanzó los uniformes y vivió en el vacío,
su lugar de siempre, desde el principio. Al final,
se trasladó a su pesada biblioteca, a su archivo
de una máquina virtual. Ya murieron Lesmian,

Mandelshtam y Brodski, e ingresó en el abismo,
en las cartas perdidas, las fotos, los sueños, en ningún lugar.


59. PESCA EN LA BAHÍA

El cuerpo de mi padre, que antes de morir
se convirtió en mi hijo. Vi ese cuerpo de repente
en los escaparates de las librerías, en los carteles,
las pantallas de televisión, por él andaba,

en él me adormecía, de él comía, bebía,
y en él creció la hierba, las casas, un cuerpo
que se había librado a todo el mundo, cansado,
enroscado, tierra, arena, piedra y agua.

El cuerpo de mi madre era ligero, un cuerpo vacío,
pero todo él estaba lleno de un dolor líquido
y lo atrapé en mis manos como una gran cometa
que solté al viento, al agua. Por la noche alguien vino,

clavó lento un arpón en el corazón, y después lo quitó
como un pez volador y lo dejó sobre la mesa.

Octavas para afeitarse


Ya es primavera? Sol para desayunar.
La vida se compone lenta de trozos
y al afeitarse finalmente surge una cara,
siempre conocida. Conglutinaciones, cortes,
heridas, pero en su totalidad. Y alguien podría
pensar que no cicatrizará, que basta con el aliento
de una muerta para hacer una hendidura
que por la tarde se convierte en mil

barrancos profundos, desfiladeros sombríos,
y desde sus profundidades por la noche hablará
la nada. Que aquel grito de un niño basta
con que explote. Pero en el espejo la imagen
presagia un renacimiento. Surge en medio
de la espuma y de la colonia un dibuk
y se pone su mejor traje negro, saca
lustre a los zapatos para el baile de la noche.


28.

Lo recordáis? Lanzaba almohadones,
los pájaros gritan ya viene, ya!
Por el patio emporcado, moscardones
bailan de alegría, hay un gran barullo
en los tilos y al centro van trombones:
se abre paso al trabajo! Se ve claro
cómo este estúpido carga con libros,
pero es verano, y cerradas están

las secretarías. Se ha vuelto loco?
En el aire, una bella univocidad
y en el reloj le da vueltas agosto
a los muelles, demasiado se estiran.
Gritos de pájaros, observan cómo
él, peón, va recto en la matinal
luz hacia la puerta de aquella historia,
y la sombra a un paso, siempre detrás.


CUADERNOS DE NUEVA YORK

1

Dispara Aurora y terminan las bromas.
Cae una gota de leche en el ojo
de toda la ciudad, debía bastar
para agriar con la luz cada ventana
de Manhattan. Y se hizo evidente
que yo seguía volando en un avión barato
con mil camas, armarios, pasajeros,
taxis, calles, pisos, a ras de tierra.

El cielo es afectuoso, registra
toda la gama de gemidos y murmullos
y se arruga, se pliega, y reagrupa
rebaños de ángeles, jets. Ruido,
estertor y temor cuando aterrizan aquí,
en medio de vasos y manchas, en este escritorio,
entre versos satánicos. Una nube de polvo,
los poetas muertos de viaje por un instante.



2

Cuánta música, vaya, cuánta música
de estos neones, feromonas, de entre
los labios de una cabaretera, de todas partes.
Y qué crees que quiero beber hoy? Sin dinero
no conseguiré nada, como mucho un whisky
o un Ródano barato, para mostrar una buena
película al tormento, y entrar en la película,
en la boca abierta de la noche, si acepta

usted este regalo. Ah, Ludwig,
no se te ha presentado nunca el amor?
Al menos una cosa: las fronteras del lenguaje
están en algún lugar del más allá – he estado
ya en esta tienda, lo sé: puedes ir de culo
sin parar, por todos sitios hay cajas de vino
y la cabaretera. Hoy hay degustación,
tan sólo probar uno y ya estás perdido.


3.

Mi habitación. El hielo se derrite en el vaso
aquí por un momento antes de derretirse el ojo
y antes de que la mano adivine qué está pasando
la hoja se manchará, transformando mechones
de las letras en barro. Y la noche, las luces
de la ciudad de nuevo se hacen enormes. Se oye
cómo el continente se mueve con un enorme estruendo
buscando tierra al Este. Espaldas, muslo, brazo.

Se equivocó Colón. Más allá de la puesta
de sol no hay tierra alguna, una barca navega
en plena noche y sigue sin parar, sin descanso:
descubres islas, pones nombre a todos
los mundos que has soñado, mientras tu soñolienta
tripulación es cada vez más joven tan sólo
dentro del hemisferio freudiano. Si regresa,
Circe otra vez los convertirá en hombres.



4.

Pero no estoy aquí para dormirme –
abro la ventana y tengo mis asuntos
con esta negra ceniza, con esta ciudad ardiendo
en la que me revuelvo, de la que preparo
un plato hasta que no se apague.
Y enciendo la luz, rezongo tacos
feos e increíbles. Yo mismo me he inventado
este recibimiento, este baile en la tumba.

Escribí de noche, pero el alba me ha pillado
aquí, en el hotel, desnudo del todo,
justo en este momento, cuando intentaba
conseguirte del todo. Mientras la oscuridad
me favorecía, germinó directo del cuerpo
este fantasma como un silvestre árbol verde,
y ahora el alba penetra por las cortinas
y se abre paso por las hojas. Otoño en Central Park.

5.

El tren arde en silencio aquí, en la estación,
en gas y en un puñado de ceniza, así pues vamos
por esta construcción con mucha delicadeza,
por el puente de niebla pegajosa y por el otoño,
y detrás de las ventanillas en vapores y en el magma
sisea el océano por las conchas. El día espumea
en las crestas, en la marea. La luna descarada
da vueltas con su cuerpo, pincha una muñeca.

Es fuera de temporada y se puede alquilar
una habitación al azar, pero con vistas,
y escuchar cómo con encanto vaguean
las gaviotas ancladas en el cielo. Después
ir con dignidad al fondo del bar local,
con toda la tripulación y el mando de la flota.
Pero ¡atención! Un pescador lanza los dados,
en el parque se oxidan los restos de una bella novela.


6

Qué casas tan altas, qué tiendas,
botellas de colores, coches. Una red
sutil de calles, hasta el cielo los ascensores
o las escaleras. Jóvenes de color
en los ascensores y las tiendas, si necesitas
a Jesús, llama. Y los actores famosos
s de la pantalla en grandes limusinas
con grasa y con carmín, salen de los cines

directo hacia su escondite. Qué red de calles
tan exacta, en la red sin parar da vueltas
esta mosca rabiosa. Hoy se me han partido
los zapatos, pero encontré el secreto: Europa
estuvo encinta del toro muchas veces, los niños
los escondieron aquí en oficinas, los conectaron
a enlaces por satélite, a la red. Busco una huida,
el cielo en la hendidura entre Escila y Chrysler.

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1 Comentarios

  1. Descubrí a este poeta polaco hace poco y me entusiasmó. Me agradaría reproducir vuestra nota y poemas en mi blog, citando de manera destacada el auto y la fuente

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