Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista
CLOC. La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado Cielos segados, comprende los libros Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. La editorial
Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.
JACO PASTORIUS
Su padre, floridano, es percusionista y cantante de jazz, y John
Francis Pastorius (Norristown, Pensilvania, 1951 – Miami, 1987) empieza la
infancia escuchando ese tipo de música.
La rotura
de un brazo durante un partido de fútbol aumenta su interés por los
instrumentos musicales. Deja a un lado las baquetas de la batería, y aprende a
tocar el saxo y la guitarra. Funda grupos de rhythm’n blues y rock, los estilos que mejor cuadran con su
adolescencia rebelde. Las demás aficiones consisten en robar vehículos, pasar
las noches al raso, pelearse con bulla. Cualquier error que haga pedazos el
tedio que le causa el Florida paterno.
Termina la adolescencia en
un quirófano. Le corrigen el brazo mal curado, e inmediatamente se esfuerza por
dominar la técnica del bajo eléctrico. Está dotado como pocos. Hasta tal punto
que, cuando Jaco Pastorius tiene dieciocho años, nada menos que Jimi Hendrix
desea contratarlo. Para su sorpresa, la estrella recibe una respuesta negativa.
¿Por qué? “Porque no soy más que un perro errante”, dice el joven. Es probable
que en esa contestación haya menos modestia que soledad airada.
Por el contrario, sí se
entiende bien con Joni Mitchell y Pat Metheny, actúa con Blood, Sweat and
Tears, imparte cursos en la universidad de Miami y, en 1976, se incorpora a
Weather Report. Al saxo de Wayne Shorter y a los teclados de Joe Zawinul, el
bajo de Pastorius agrega una originalidad que va a hacer escuela en el jazz.
Jaco usa una guitarra baja sin trastes, y su manera de percutir el instrumento
sobresale tanto como las complejas armonías que desarrolla. Además, él
enriquece la puesta en escena de Weather Report: son curiosos sus gestos
enérgicos y su vitalismo de saltos frente a las figuras casi inmóviles de los
dos líderes del grupo.
A pesar de las tensiones,
Jaco Pastorius consagra seis años a Weather Report, una proeza para el carácter
inestable del bajista, y la despedida coincide con la creación de su propia
banda. Se rodea de buenos músicos, como el trompetista Randy Brecker y su
hermano Michael Brecker, éste saxofonista, nombres que hallamos en las obras de
Art Blakey, Billy Cobham o Larry Coryell. Saca al mercado discos (Jaco Pastorius Big Band, Word of mouth, Twins I - II) donde hace alardes de destreza. No sólo se encarga de
los arreglos, sino que a veces toca el piano y la batería. La sección de
metales, ciertos ritmos de raíz latina y, por encima de todo, el bajo eléctrico
de sonido peculiar abren una vía en el jazz-rock.
Siempre frágil, un divorcio
y los problemas de organización de la banda acentúan su ciclotimia. Pasa de la
excitación y el entusiasmo al decaimiento inconsolable. Repite provocaciones y
escándalos, y ahí se acaba el artista. Pastorius va sin rumbo determinado,
títere que se mueve con dos cuerdas: el alcohol y la heroína. Otro clochard que mendiga en la calle.
Jaco Pastorius muere sin
haber cumplido los treinta y seis años. Quiere colarse de rondón en un bar de
Miami y es retenido por los vigilantes del local. Le propinan una paliza y lo
dejan inconsciente sobre el pavimento. Se apaga muy despacio en el hospital. La
muerte es lenta, pesada en el movimiento, ante su vida tan ligera.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Del libro “La nota rota”; Hiperión,
2009)
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