CHARLIE PARKER por Francisco Javier Irazoki

Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista CLOC. La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado Cielos segados, comprende los libros Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. La editorial Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.










                               CHARLIE PARKER


         “Ese tío era increíble. Sacaba de su instrumento el infierno”, dijo el cantante Mr B, Billy Eckstine.
         En realidad, del saxo de Charles Christopher Parker (Kansas City, 1920 – Nueva York, 1955) sale lo que previamente ha entrado en la vida del músico.
         Cerca de la casa de Charlie Parker están los cabarés, las discotecas y los prostíbulos de un gueto pobre, y el chaval crece con la música que se escapa por las puertas abiertas del Reno Club. Cuando cumple trece años, le regalan un saxo de segunda mano, y tarda pocos meses en arrumbar los cuadernos escolares. Ha escogido sus particulares maestros: Lester Young y Count Basie.
         Con corpachón de hombre y pantalones cortos, al adolescente le cuesta trenzar los arcordes, pero es veloz descubriendo los venenos que lo consuelan. Subido a los escenarios, le llueven más burlas que aplausos. Qué importa; él gira como un torbellino de orquesta en orquesta, va de Chicago a Nueva York, o vuelve a Kansas; y se detiene en seco para escuchar a Art Tatum, a quien Jean Cocteau llama “Chopin loco”.
         Charlie Parker tiene todavía menos de veinte años y debe asegurarle el sustento a un hijo. Las preocupaciones económicas desaparecen cuando se incorpora al grupo de Jay McShann; como músico, pega un salto de calidad en las jam sessions de los clubes del Harlem neoyorquino. Asombra la inventiva del joven que ya es conocido con el sobrenombre de Yardbird (gallinácea), primero, y Bird (pájaro), definitivamente, y sólo una sombra mitiga el deslumbramiento que produce: la necesidad de consumir cualquier droga que le pongan a su alcance. Echada la última nota, el dios es un espectro que mendiga nuevas dosis. Julio Cortázar describe esas torturas en el relato El perseguidor.
         Dizzy Gillespie se convierte en el aliado perfecto. Días y noches de estudio disciplinado y juergas. Y de entre todas las figuras del jazz que tocan con Charlie Parker (Max Roach, Thelonious Monk, Bud Powell o el viejo ídolo Lester Young), una expresa su admiración artística. “Con Bird tenemos siempre la impresión de medir treinta centímetros”, reconoce Miles Davis.
         ¿Por qué tal entusiasmo? El huracán es una mezcla de armonías aceleradas, con extrañas notas de pasaje, y capacidad técnica que corta la respiración a los instrumentistas de la época. Cuando se remansa, hurga en un hoyo de angustia detenida.     
         El público estima los méritos de las composiciones de Parker (Yardbird suite, Relaxin´at Camarillo, Scrapple from the apple), y el saxofonista graba muchos discos que ahora coleccionamos (Now´s the time, On dial completed, At storyville, Bird and Diz, Swedish schnaps, etc.). Sin embargo, aumenta el desastre de su intimidad. Charlie deja plantados a sus músicos en el aeropuerto, da fuego a la habitación de un hotel, lo detienen, le retiran el permiso de trabajo, se duerme tan tranquilo en el escenario. Pasa bastantes meses internado en un hospital psiquiátrico.                                    
         Pájaro transformado en elefante enfermo, para morir elige el mismo paraje escondido que Thelonious Monk: la vivienda y la complicidad silenciosa de su baronesa Nica de Koeningswater. Una hemorragia lo derriba mientras mira el televisor, y no va a cumplir los treinta y cinco años. 


FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Del libro “La nota rota”; Hiperión, 2009)

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2 Comentarios

  1. Aun recuerdo lo que más me asombró de la película Byrd: el policía certificaba la defunción y dice "edad del fallecido, alrededor de 56".
    "No -le dice la esposa- tiene 35".

    Bye.

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  2. Errata: era Bird (para mí fue Byrd)

    Segundo: la edad que dijo el poli no sé si era 56 o 60 o más.


    (no somos nada)

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