Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue miembro del grupo surrealista
CLOC.
La Universidad del País Vasco editó en 1992 toda la obra poética que
Irazoki había escrito hasta el año 1990. El volumen, titulado
Cielos segados, comprende los libros
Árgoma,
Desiertos para Hades y
La miniatura infinita. La editorial
Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa
Los hombres intermitentes; en 2009
La nota rota, semblanzas de cincuenta músicos; y, en 2013,
Retrato de un hilo,
libro de poemas en verso. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado
diversos estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la
Música, etc.
JIMI HENDRIX
Entre sus ancestros hay una princesa cheroqui, irlandeses,
cerealistas blancos y mineros negros. La abuela materna y el padre, bailarines
de vodevil, se sustentan con el oficio artístico.
John Allen (rebautizado
James Marshall Hendrix) nace en Seattle, Washington, en 1942. La madre
dipsómana mina la juventud en francachelas de pobre y muere de cirrosis, sin
que el hijo deje de recordarla “maravillosa”; el padre adusto increpa al niño
harapiento que no es admitido en una iglesia baptista. Insociable, aficionado a
la astronomía y futbolista tartamudo, Jimi Hendrix se atrinchera contra una
infancia adversa.
Me acuerdo bien de las
palabras de uno de sus amigos de adolescencia. El zurdo Jimi toca sin
inspiración la guitarra en un grupo juvenil y, de repente, se produce el
cambio. Los compañeros escuchan sorprendidos los extraños acordes de Hendrix.
“La genialidad es una larga paciencia”, repetía como salmodia el naturalista
Georges Louis Buffon, y es cierto que esas chispas musicales han salido después
de incontables horas de jazz, blues y cantos religiosos. La pesadilla hogareña y los diálogos
callejeros con Little Richard endemonian las manos del joven guitarrista. Y la
música de Jimi seduce a tal punto que su padre compra un saxo y se suma a los
conciertos del muchacho.
Los siguientes pasos de Jimi
Hendrix son tan complicados como
los que da su progenitor en el baile. Lo expulsan del liceo por haber cortejado
a una chica blanca, o lo detienen por robo de coches, y él completa la lista de
infortunios con un alistamiento voluntario en el ejército. Paracaidista, desciende a las tierras de Vietnam,
se luxa un hombro y, antes de regresar a la vida civil, conoce al único soldado
de su compañía con el mismo gusto por el blues psicodélico: el bajista Billy
Cox, hijo de uno de los miembros de la banda de Duke Ellington. Jimi y Billy
forman King Kasuals, y recorren la ruta de las tabernas donde actúan sus
maestros.
A continuación Hendrix
participa en varios conjuntos (The Vancouvers, los Upsetters de Little Richard,
el de Curtis Knight) y crea el propio en 1966, Jimmy James & The Blue
Flammes, con el que prueba el efecto de afinar la guitarra un semitono más
grave. En los locales del Greenwich Village neoyorquino el público se habitúa a
las innovaciones técnicas de un músico cuyos solos paralizan la carrera de
algunos de los mejores instrumentistas de jazz y blues. Miles Davis muestra su
admiración y perplejidad, y Mike Bloomfield, acomplejado, abandona la música
durante muchos meses.
Cuando crea su nuevo grupo, Jimi Hendrix
Experience, saltan por el aire los dengues y cuentas de los comerciantes. Al
éxito del tema Hey Joe le sigue el del primer álbum, Are you experienced?, y Hendrix impone un estilo
inclasificable. Con esa libertad, en 1969, en el festival de Woodstock, deforma
el himno de su país.
Pienso que no se equivocan
quienes, con la adhesión de Miles Davis, lo llaman “el John Coltrane del rock”.
Y suscribo las opiniones sobre la
importante influencia de Jimi Hendrix en el jazz.
Ya no prende fuego al
instrumento en los escenarios, sino que a partir de una noche de septiembre de
1970 él mismo, vencido por los somníferos en una ambulancia de Londres, es el
icono quemado de mis quince años.
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
(Del libro “La nota rota”; Hiperión,
2009)
1 Comentarios
Grande el maestro Hendrix, como él muy pocos o ninguno.
ResponderEliminarGracias Francisco por tu artículo.