Ana Romano nació en la capital de la
provincia de Córdoba, Argentina, en 1944 y reside desde su infancia en la
ciudad de Buenos Aires. Además de obtener algunos premios y menciones e
integrar antologías, desde hace cuatro años se difunde su quehacer literario no
solo en revistas de soporte papel: Trajín Literario de México, La Avispa de Mar
del Plata, Diario de los Poetas, Redes de Papel, etc., sino también en
numerosos blogs y revistas electrónicas: Poética Arbitraria, Artesanos
Literarios, Isla Negra, Poetas de Alrededor, Con voz propia en la red, Revista
Archivos del Sur, Mis poetas contemporáneos, Amsterdam Sur, Letras Uruguay,
Revista Triplov, Todas las Artes Argentinas, Voz que madura, Revista Literarte
Digital, entre otros.
Es profesora de francés y ha traducido a
dicho idioma poemas de escritores argentinos: el volumen “Breve Anthologie” de
Luis Raúl Calvo (Ediciones L´ Harmattan, Paris, Francia, 2012); el poemario
“Behering y Otros Poemas” de Luis Benítez, textos del libro “Tomavistas” de
Rolando Revagliatti difundidos ya en la red.
A través del sello Vela al Viento se publicó
en 2010 su primer poemario: “De los insolentes fantasmas”.
UNA VOZ DESDE BUENOS AIRES
Acertijo
En la inmediatez la elegida
señala
desolaciones
En el rito de la ingenuidad
tartamudea
silencios
Perpetúan desgarros
las miradas
Y en los umbrales
la mordaza almidonada
humilla a la muerte.
Asfixia
Oropeles engomados
en los suspiros
Olisquean
cadavéricas mordazas
en las aureolas
Es en las gargantas calcinadas
la asfixia
Las madres
bordan rituales
desangrando hijos
que involucionan
en la placenta.
Atosigar
Los guantes farfullan
entre el ámbar de los dedos
y la recolección
de los vetustos papagayos
Bocanadas de melatonina
empalman o fustigan
las hilachas
El despertador descalzo
plastifica
los ronquidos
y la almohada arponea
la agonía
¿Quién embucha
el ultraje?
Avezado
Insubordinándose
en el juego
el rehén
troquela
la imaginación
Aunque bálsamo
impiadoso
invade
cuando moldea
la cercanía.
Barahúnda
Platinados espolones
delimitan
encubrimientos
Decoran
las palabras
gargantas
Es en la codicia
que las querellas
sobreviven relamidas
Y el vínculo
se desangra
en el sarcófago sonrojado.
Boqueando
El ombligo late
en la garganta
La radio opaca
los lazos
En los ángulos
ángeles
y astilladas señales
ciñen
el envoltorio
Qué madura la muerte.
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