Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.com.
Ha sido incluido, entre otras, en las siguientes antologías: “Dramaturgia Latinoamericana: Argentina” (en República Dominicana, 2008); “Minificcionistas de ‘El Cuento’ Revista de Imaginación” (en México, 2014); “Poesía Argentina Año 2000” (Tomo 1, selección de Marcela Croce, 1999), “MeloPoeFant Internacional” (bilingüe castellano-alemán, coedición en Perú y Alemania, 2004), “Pequeña Antología de la Poesía Argentina” (selección de Jorge Santiago Perednik, 2004), “El Verso Toma la Palabra” (México, 2010), “Italiani D’Altrove” (bilingüe castellano-italiano, Italia, 2010), “El Cine y la Poesía Argentina” (selección de Héctor Freire, 2011), etc. Sus producciones en video se hallan en http://www.youtube.com/rolandorevagliatti
"La
sangre me valió siempre para incluirla en mis relatos, plenos de
seres marginados”
Guillermo
Fernández nació el 23 de
noviembre de 1951 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, capital
de la República Argentina. Es Profesor de Lengua, Literatura y
Latín, egresado de la Escuela Normal Mariano Acosta, en 1985. En
2008 concluyó sus estudios de posgrado como Magister en Ciencias del
Lenguaje, título otorgado por el Instituto Superior del Profesorado
Dr. Joaquín V. González. Ejerció la docencia en los niveles medio,
terciario y universitario. Ha desarrollado la investigación
académica en el área de sociolingüística y especialmente en temas
vinculados con la variación sintáctica. Colaboraciones suyas fueron
difundiéndose, entre otros medios, en las revistas españolas
“Universos” y “Revista Internacional de Lingüística
Iberoamericana”. También participó en congresos de la
especialidad. Publicó el libro de cuentos “Sólo
razones” (2005) y las novelas “Nadie
muere en un bello día” (2010), “El
cielo de Lucy” (2012), “Polonio
espía detrás del cortinado” (2016)
y “Demonios en Jeppener”
(2018).
1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
GF: Era
joven. Fue una poesía de malevos y cuchillos. Todavía la impronta
borgeana me invadía. Fue una herencia de mi padre, gran
admirador de Jorge Luis Borges. En su biblioteca contaba con una
carpeta llena de recortes de diarios sobre entrevistas realizadas a
Borges.
2: ¿Cómo
te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la
sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
GF: Siempre
las tormentas y la lluvia me generaron intimidad. La sangre me valió
siempre para incluirla en mis relatos, plenos de seres marginales.
Supongo que fue William Shakespeare quien me estimuló. La velocidad
para mí está vinculada con la fluidez de la sintaxis. La
contrariedad es la necesaria para el desarrollo de mis personajes.
3: “En
este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y
“en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He
oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus
consideraciones?...
GF: Más
joven creía en esa escena muy de Gustave Flaubert. Hoy creo en el
ejercicio, en la práctica. El oído es otra forma de visión mucho
más sugestiva que la vista. Me interesa leerme a mí mismo, con
esa voz interna que pide la relectura. En síntesis, la inspiración
es volverse un sonido privado y solitario.
4: ¿De
qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?
GF: Los
textos son meros avatares. Para citar como ejemplo: Edgar Allan Poe y
Pascal Quignard. De Poe aprendí el clima de la imposibilidad y,
en algunos casos, lo irremediable. En ese caso, texto y vida fueron
de la mano. De Quignard, su respeto a la soledad, al silencio.
También su vida es un retiro continuo.
5: ¿Lemas,
chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado
divulgar?
GF: “Ladran
Sancho, señal que cabalgamos.”
Para mí es el más significativo. La vida es acción constante.
La única forma que poseemos para hacernos “ver” es desplazarnos
en el ejercicio, en la práctica. La escritura es un deslizamiento
del sonido sobre renglones. Siempre que se escribe se convoca a
alguien.
6:
¿Qué obras artísticas te han
—cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has
quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?
GF:
Entiendo, como amante de lo clásico,
que “Antígona”,
de Sófocles, resume
toda la obra literaria. El encuentro con Creón sacude por la
terrible actualidad, como explicaría Italo Calvino en “Por
qué leer los clásicos”.
También, en la significatividad de Antígona sigo el texto
“Antígonas. La travesía de un
mito universal por la historia de Occidente”,
de George Steiner. En esa dirección que señaló Sófocles, los
parlamentos de Bruto y de Marco Antonio, en la tragedia “Julio
César”, de Shakespeare, exponen
el movimiento dialéctico y los argumentos seductores a los que la
política nos acostumbró siempre.
7:
¿Tendrás por allí alguna situación
irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos
quieras contar?
GF:
Mis olvidos son frecuentes. He
dejado llaves en cualquier lado y he tenido que recurrir a que me
auxilien. En una ocasión tenía turno con el odontólogo. Llamé a
mi hija para que me trajera su propio juego de llaves. En el momento
en el que subo al taxi para llegar a la entrevista, advierto que las
tenía en el bolsillo de atrás del pantalón. Igualmente, tuve que
pedir un nuevo turno. Indefectiblemente, llegué tarde.
8: ¿Qué
te promueve la noción de “posteridad”?
GF: Todo
lo que sucede después de esta línea de escritura. Creemos
con ingenuidad que estamos en el presente, pero no es más que
ilusión pasajera. Avanzamos con una cierta furia hacia lo que
todavía no determinamos con certeza. Atrae lo que no programamos.
9: “¿La
rutina te aplasta?” ¿Qué
rutinas te aplastan?
GF: La
consulta al médico. Los estudios, el diagnóstico. Además, nunca
entender la letra con la que los profesionales prescriben la
receta. No creo en la medicina. En mi novela “Nadie
muere en un bello día” (2010),
el personaje central, Alfredo Arecha, vive esa situación de
angustia frente a los designios, disfrazados de probables, de los
doctores. Como citaba Borges: “La
salud es un estado precario”.
10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.
GF: El
estilo es una limitación, un condicionamiento. Opino que se
debe mantener una marca personal en la escritura. Ahora bien, ese
rasgo propio, nunca puede ser discusión con otro autor.
11: ¿Qué
sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún
grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente?
GF: La
injusticia me indigna. Pues la falta de posibilidades me parece
arbitraria y contraria a lo que denominamos “prójimo”, “el
otro”. En segundo lugar, y siguiendo tu pregunta, la falta de
razón, cuando es evidente y se persiste en ella. Y, finalmente, los
discursos vacíos y pretendidamente intelectualosos me superan.
12: ¿Qué
postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías
con nosotros?
GF: Las
que me escribían mis abuelos cuando se iban de veraneo a la costa.
Yo me quedaba con mis padres. Me alegraba la foto de la playa, el
sello, la letra prolija de mi abuela, quien escribía como si lo
hiciera en un renglón ficticio. Y, por supuesto, el saludo,
indicando que estaban siempre presentes, aunque lejos. Después, con
el tiempo, me percaté de que las distancias son excusas para estar
juntos.
13: ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?
GF: Leer
a Pascal Quignard es perderme, por un lado, en la resonancia de sus
palabras, sus frases, su contundencia. Es disfrutar de leerlo y
releerlo. A Quignard lo encuentro en la música barroca, en esas
cantigas españolas que dirigió con maestría Jordi Savall. Me
hubiera encantado haber sido compatriota de Juan José Castelli en
“La
revolución es un sueño eterno”,
de Andrés Rivera. Alguien que
colaborara con él en la confección de sus cuadernos.
14:
El silencio, la gravitación
de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el
fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías
lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?
GF: El
bullicio que se produce apenas comienza la mañana, con el transporte
y los autos me ensordece. Las caras de angustia por la falta de
tiempo para llegar a alguna parte, casi siempre la misma (creemos con
ilusión que nos desplazamos), me resultan patéticas. Ver en el
andén del subte la sorpresa por la llegada del vagón se asemeja a
la cara de satisfacción de los chicos cuando desenvuelven un
caramelo regalado. La llegada tarde, el subir de a dos los escalones
de la escalera mecánica replican la desolación de los pasajeros.
Pero mi tristeza es completa cuando percibo el desconsuelo en la
espera del colectivo en todo lo que significa regresar de noche, la
intemperancia por subir primero para encontrar asiento y desplazarse
lo más rápido posible para llegar al hogar y toparse con el fervor
de la espera. Por fin, el viaje y la vuelta a la casa es un camino
que no hace más que reconocernos como humanos.
15:
¿A qué artistas en cuya obra prime
el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la
causticidad… destacarías?
GF:
A Jorge Luis Borges por todo lo que
significa comprender “El informe de
Brodie”,
por el sarcasmo que implica revisar
la consabida antinomia civilización y barbarie en la historia y
literatura argentina. Julio Cortázar apeló a la mordacidad al
pintar a la clase media en casi toda su obra cuentística. A Roberto
Arlt lo incluyo como un autor que se valió del ingenio y también de
la acrimonia. Y, por fin, es necesario acudir a Macedonio Fernández
para referirnos a la sorna y a la causticidad.
16: ¿Qué
apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...
GF: En
cuanto al arte en general no acuerdo con las ideas subjetivas de los
lectores sobre las características de los personajes cuando apuntan
solo a opiniones ya estigmatizadas, que forman parte de los criterios
comunes instalados. Por el contrario, recurro a las imprecisiones que
están asociadas a crear polisemia en los lectores.
17: ¿Viste
que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora
poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te
perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
GF: Considero
que, si los humanos contamos con una posibilidad, es la de no
quedarnos fijos con un carácter, con una situación que merece
revisarse. El valorar, para mí, está en eso de rescatar lo que a
veces permanece oculto y aflora en la mejor de las oportunidades. Me
entristece que muchas veces nos detengamos en la superficialidad y no
pensemos en retrotraer las situaciones adversas.
18: ¿El
mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo
afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?
GF: Hay
que sobrellevar la adversidad. La escritura es un remedio. Jorge
Semprún escribió “La
escritura o la vida”,
justamente para buscar una salida a su cruel deportación en el
Buchenwald.
19: Por
la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de
todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?
GF:
Generalmente me atraen los
antihéroes. Un ejemplo: John Williams [1922-1994], el autor de la
novela “Stoner”.
20: ¿Qué
te hace “reír a mandíbula
batiente”?
GF:
Actualmente, muy poco. Sonreír es
otra cosa. El actor y director de cine Terry Gilliam puede ser un
referente. También me he reído mucho con Carlitos Chaplin con todas
las situaciones grotescas creadas.
21: ¿Cómo
afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en
algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un
ideal?
GF: Procuro
conducirme con metas. Sobrellevo de esta manera la vida. Durante
el proceso de llevarlas a cabo hay momentos en los que me atormento.
Pero la conclusión es formidable.
22: El
amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política…
¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?
GF: Son
pasatiempos para evitar el aburrimiento de la vida. En lo que
concierne al amor, consiste en armar, en lo posible, momentos con
otro. Contemplar es una condición vital para el arte, y, sobre todo,
acaso, en la escritura. El dinero es recurso para el logro de
objetivos. Viajar, por ejemplo, me apasiona. De esa manera, he
conocido y he escrito sobre lugares impactantes. La religión y la
política son dos maneras de acompañar en vida al prójimo.
23:
¿A qué obras artísticas
—espectáculos coreográficos, films, esculturas, música,
pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.—
calificarías de “insufribles”?
GF:
No me agradan las copias vulgares. Y
me sucede respecto de todas las expresiones estéticas.
24: ¿Qué
calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu
infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño,
y por qué?...
GF: La
avenida Rivadavia, el Parque Rivadavia y los coleccionistas de
estampillas, monedas, discos…, los domingos, en nuestra ciudad de
Buenos Aires. Pero, sin duda, recorrer Siena, perderme en esa
ciudad de la Toscana italiana es toparme conmigo mismo. Me ocurrió
también en la ciudad de Ragusa, en Sicilia. Calles sinuosas que no
terminan sino en la sombra que proyectamos en las paredes.
25: ¿Cómo
reordenarías esta serie?: “La
visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la
danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la
autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”.
Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por
ejemplo, una microficción.
GF: “Me
detengo en el bosque ya anoche. Veo algo que no distingo. Creo que
son hombres que danzan como un rito tribal frente a una miniatura de
barro. Me acerco sin ser observado. Le hablan en una lengua que el
hombre de barro silencia, pero saben que va a ser sacrificado en el
fuego. Entre ellos se señalan como para manifestar lo que piensan.
Pero lo verdaderamente auténtico ya lo decidieron. Van a confirmar
lo que los años denominaran azar: la muerte del hombrecito es solo
un desajuste para que alguien de la tribu viva. La ciudad queda lejos
porque no sufre por víctima.”
26: “Donde
mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido
por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde
mueren las palabras?...
GF: Donde
empieza la música. La idea es que la verdad se continúa. Desde
luego, las palabras son sonido, y para la poesía y la prosa cuidada,
poesía. Solo un ejemplo de lo que indico: la obra de Marguerite
Yourcenar.
27: ¿Podés
disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las
antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?
GF: Mario
Vargas Llosa. Actualmente
prefiero leerlo y no escucharlo. Está dotado de una prosa singular
que supera sus convicciones políticas. Leer textos muy proclamativos
de posiciones políticas me cansa. La pancarta tiene que ocupar otro
sitio.
28: ¿Cómo
te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te
infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y
hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo
no cumple, sino que jamás alude a la promesa?
GF: Intento
evitar esos vínculos. La escritura me ha otorgado la posibilidad de
intuir, como lo hago con mis personajes. Entonces, me acostumbro, no
sin dolor, a la frustración. De alguna manera, planifico en la
construcción de mis protagonistas aquello que después alcanzo a ver
en mis relaciones.
29: No
concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
GF: Para
mí lo estético cubre todo. El arte contribuye a que pensemos
con diferencias, que no seamos tan singulares. Por eso es que me
resulta difícil contar con un referente fuera de ese campo. Sin
embargo, Sigmund Freud ha logrado imbuirse en el arte y la ciencia.
Por eso es un paradigma.
30:
¿Tus pasiones te pertenecen o sos de
tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido
consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a
la gravitación?
GF: Mi
edad me va convirtiendo de a poco en un apasionado con mesura. Una
vez dije que mis textos son “encastres”. Mi deseo recorre ese
camino. Pongo mi pasión en tratar de ligar voluntades,
acontecimientos que parecen en un punto inconciliables. No creo que
nos apoderemos de nuestras pasiones. Ellas están en una esquina, de
noche, y solo nos esperan. No queda otro remedio que sojuzgarnos a su
capricho.
31:
¿Qué artistas estimás que han sido
alabados desmesuradamente?
GF:
Generalmente la crítica es
despiadada y el mercado, las editoriales también hacen lo suyo. Un
ejemplo es Milan Kundera, que cumplió su etapa en ser leído. Había
marcado un imperativo cultural en el que era necesaria su lectura.
Otro caso fue Aleksandr Solzhenitsyn.
32: ¿Acordarías,
o algo así, con que es, efectivamente, “El
amor, asimétrico por naturaleza”,
tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?
GF: Es
imprescindible que sea así. Así hallamos la complementariedad
vital con el otro. Es terrible que nos gusten las cosas con la misma
dimensión. Hay algo inacabado con el otro que enriquece la
relación.
33: ¿El
amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el
crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?
GF: Si
se trata de elegir por el hecho de sentirse cómodo escojo
el amanecer. Es el momento de
apertura. Además, convivimos con la certeza de que seguimos con
vida. El crepúsculo es la hora de los demonios, el lapso en el que
nos habitan los peores instintos.
34: ¿Qué
dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas
de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?
GF:
Sueño con un importante evento que
se denominaría Encuentro con la Imagen. Constaría de dos paneles:
1.
La propuesta de “Zama”:
Lucrecia
Martel, Antonio Di Benedetto y Mauricio Kartun
Moderadora:
Beatriz Sarlo
2.
La imagen como sustitución del lenguaje:
Peter
Greenaway, Orson Welles y Pascal Quignard
Moderador:
Roland Barthes
35: Seas
o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...
*
Cuestionario
respondido a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Guillermo Fernández y Rolando Revagliatti.
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