Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953) es Licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Ha publicado Unidad de lugar,Descortesía del suicida, Cuaderno de l'Escala,El poeta más crítico y otros poetas italianos y Duermevela. Asimismo ha traducido numerosos libros de poetas italianos y catalanes: Dino Campana (Premio de Traducción “Ultimo Novecento”), Eugenio Montale (Premio de Traducción “Ángel Crespo”), Giuseppe Ungaretti, Gerardo Vacana, Sergio Corazzini (Premio de Traducción del Ministerio Italiano de Relaciones Exteriores), Amerigo Iannacone, Libero De Libero, Joan Vinyoli, Umberto Saba (Premio de Traducción “Val di Comino”), Giuseppe Napolitano, Joan Vinyoli, Mario Luzi, Amelia Rosselli, Sandro Penna, Antoni Clapés, Joan Brossa, Antònia Vicens, Carles Duarte, Josep-Ramon Bach, etc. Ha participado en festivales, lecturas y encuentros de poesía en Argentina, España, Venezuela, Armenia, Italia, Suiza, Suecia, Rumania, Estonia, Grecia, Bulgaria y Francia. Sus libros han sido traducidos al francés, italiano, armenio, estonio, catalán, griego y búlgaro. En 2015 obtuvo el VI Premio José Luis Giménez-Frontín por su contribución al acercamiento entre culturas diversas. Reside en Barcelona desde 1981.
DOCE GRANDES POETAS CATALANAS DEL SIGLO XX
Selección y traducción de Carlos Vitale
Presentación de Iolanda Pelegrí
Desde
1898, cuando la escritora Caterina Albert i Paradís decidió usar un
seudónimo ante las críticas recibidas al saberse que la obra de
teatro La
infanticida
había sido escrita por una mujer, hasta la publicación del poema
“Divisa” de M. Mercè Marçal, en 1977, casi ochenta años
después, la literatura femenina catalana ha evolucionado de la
necesidad de esconder su condición bajo un nombre masculino a la
reivindicación y el orgullo de la condición femenina: “Al
azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, / de clase baja y
nación oprimida”, versos que se han convertido en uno de los
lemas del feminismo catalán.
Esta
evolución se enmarca en el contexto de la incorporación de la mujer
a la cultura y a la vida pública. Hasta principios del siglo XX, la
creación poética, la poesía (el cultivo de la literatura, en
general) se consideraba feudo masculino, por eso Caterina Albert
(como otras autoras) se refugió detrás de un nombre de “varón”,
Víctor Català, ya que el rol de la mujer en la cultura, por lo
común, y también en la literatura, tenía que ser pasivo, como
consumidora o como musa. Las pocas escritoras reconocidas se
consideraban, en muchos casos, mujeres con mentalidad masculina.
Diversos
factores contribuyeron a hacer posible esta evolución,
principalmente la progresiva presencia de la mujer en la escuela (más
allá de la costura) y la integración de la mujer burguesa en el
mercado laboral, al comienzo, en un caso como en otro, cursando
estudios o trabajando en profesiones estimadas “femeninas”:
bibliotecaria, secretaria o maestra.
En
Cataluña, a principios del siglo XX, surgen diversas iniciativas que
promueven la educación de la mujer: el Instituto de Cultura y
Biblioteca Popular de la Mujer (1909-1936) y la Escuela de Bibliotecarias (creada en 1915).
Más adelante la presencia femenina en la universidad pasó de ser
excepcional a normal, hasta llegar a ser predominante en algunas
carreras.
La
mayoría de las autoras antologadas han cursado estudios superiores:
en la escuela de bibliotecarias (Rosa Leveroni, Joana Raspall), en
Bellas Artes (Felícia Fuster) o en la universidad, siempre en
carreras relacionadas con los estudios llamados de humanidades y
letras: lenguas clásicas (M. Àngels Anglada) o filología (inglesa
en el caso de Montserrat Abelló, y catalana en los casos de M. Mercè
Marçal y Quima Jaume). No en balde el amor por las palabras, por su
lengua, une a todas estas escritoras.
Casi
todas han sido trabajadoras activas especialmente como bibliotecarias
o como profesoras (de latín y griego, M. Àngels Anglada, de lengua
y literatura catalana, Carme Guasch y M. Mercè Marçal, de inglés,
Montserrat Abelló).
Muchas
se han dedicado también a la traducción. Es el caso de Montserrat
Abelló, traductora de poetas anglosajonas como Sylvia Plath, o de M.
Mercè Marçal, traductora de Marguerite Yourcenar y Colette, o de
Felícia Fuster, interesada por la cultura japonesa, de la cual hay
una influencia evidente en su obra, tanto literaria como pictórica
(un ejemplo claro de esta influencia es el poema “Quién se atreve
a beber”)
La
participación activa de las escritoras en la vida cultural catalana
se ha incrementado paulatinamente durante el siglo XX y, además de
la importancia de su legado poético, su implicación ha sido
fundamental en la creación de órganos de difusión de la literatura
catalana, clandestinos inmediatamente después de la guerra civil
(Rosa Leveroni fue una de las fundadoras la revista Ariel)
, promoviendo lecturas poéticas en librerías (Pilar Cabot) o
impulsando la creación de editoriales de poesía (M. Mercè Marçal,
Llibres del Mall). Y, desde luego, siempre como combatientes activas
en favor de la recuperación de las mujeres escritoras y de la
reivindicación del feminismo.
Los
poemas de las doce poetas antologadas abrazan diferentes registros y
estrofas, desde los más aparentemente sencillos, como la canción
(el título de un poemario de Clementina Arderiu es Cançons
i elegies)
o el verso libre, hasta los más elaborados, como el soneto o la
sextina. Los versos, de una supuesta simplicidad, fluyen con una gran
musicalidad y transitan por diversos temas. Temas eternos:
el amor, especialmente el amor imposible, la muerte (de la persona
amada), el paso del tiempo, la nostalgia, la naturaleza,
especialmente el mar, (“y todo el mar parece suspirar”, Simona
Gay) la arena, las costas del Mediterráneo. También la condición
de la mujer, la maternidad. Aportando una mirada diferente, dando
importancia a las pequeñas cosas de la vida cotidiana, a los
silencios. Y siempre reivindicando la mujer, su país y la
importancia de la poesía, de la palabra, en definitiva.
>El
camino para que se considere normal la presencia pública de la mujer
en la literatura catalana ha sido largo y el del reconocimiento de su
voz literaria propia aún no ha terminado, aunque cada vez más se
admite, sin aparente discusión, su gran aportación a la poesía, a
la creación de un universo poético de gran envergadura y calidad.
Hemos
escogido a la espera del alba
los
dardos de la verdad, o un duro silencio
M.
Àngels Anglada
Iolanda Pelegrí es Licenciada en Filología Catalana en la Universitat Autònoma de Barcelona. Tiene un posgrado de traducción literaria del inglés. Desde marzo de 1990 hasta finales de 2016 trabajó en la Institució de les Lletres Catalanes, donde ha organizado y coordinado actividades de promoción de la literatura catalana (seminarios de traducción poética, conmemoraciones y efemérides, etc.) y se ha encargado de las publicaciones relacionadas con estos eventos. Ha editado y prologado diversas obras de escritores catalanes del siglo XX: Josep Carner, Eugeni d’Ors, Miquel Llor, Alexandre Plana y Anna Murià. Ha investigado la ruta del exilio que siguieron algunos escritores catalanes en 1939, desde la huida de Barcelona al refugio cerca de París, en el castillo de Roissy-en-Brie (La ruta de l'exili: Dia a dia 70 anys després. Institució de les Lletres Catalanes. 22 de enero de 2009 a 31 de enero de 2010:
https://rutaexiliescriptors.wordpress.com/).
VÍCTOR CATALÀ
Víctor Català (seudónimo de Caterina Albert) nació en 1869 en l’Escala (Girona), donde murió en 1966.
Entre otros libros, ha publicado: Drames rurals , Caires vius y Solitud.
ÍNCIPIT
Todo canta o zumba en el mundo
su canción misteriosa
todo es un concierto inmenso
para quien no tiene el alma sorda.
De lo poco que he comprendido,
aquí te enseño una muestra;
las muestras no valen nada:
la canción es la que es hermosa;
solo que canta dentro de los corazones
y no se siente del lado de afuera.
Quien la quiera oír bien,
no es necesario que escuche al hombre,
que debe abrir de par en par
su alma devota y escuchar del Infinito
los cantos bajo la amplia bóveda.
Solo así sabrá cómo son
las canciones misteriosas.
ÍNCIPIT
Tot canta o brunz en el món
sa cançó misteriosa;
tot és un concert immens
per qui no té ànima sorda.
De lo poc que jo he comprès,
aquí te n’ensenyo mostra;
les mostres no valen gens:
la cançó és la que és hermosa;
sols que canta dintre els cors
i no es sent de part de fora.
Qui la vulga oir ben bé,
no cal pas que escolti a l’home,
que ha d’obrir de bat a bat
la seva ànima devota i escoltar de l’Infinit
els cants sota l’ampla volta.
Sols aixís sabrà com són
les cançons misterioses
INDÓMITO…
Indómito a la regla y la medida
como poeta gigante de la Naturaleza,
el mar despliega su radiante belleza,
ya llena de dulzura
ya llena de fiereza.
Indómito en el ritmo y en la rima,
de ninguna traba mezquina el poeta es esclavo,
lleva en sí mismo rima y ritmo,
igual que el mar tan azul.
INDÒMIT…
Indòmit a la regla i la mesura
com poeta gegant de la Natura,
el mar desplega sa radiant bellesa,
ja plena de dolçura
ja plena de de feresa.
Indòmit en el ritme i a la rima,
de cap trava mesquina el poeta és esclau,
porta ell en si mateix rima i ritme,
igual que el mar tan blau
¡MAR AZUL…!
¡Mar azul, mar verde, mar espumante!
¡Tu canto es delirio, tu furia es lamento!
Indócil o manso, salvaje o quieto,
hechizarás siempre al manzano blanco
porque eres el poeta.
Poeta que avizoras cerca del mar
venir las tempestades, las barcas partir,
y sientes que mirarlas te hace el corazón más grande,
despliega, Poeta, la fuerza radiante
¡que tú también hechizas porque eres mar gigante!
MAR BLAVA…!
Mar blava, mar verda, mar
escumejant!
Ton cant és deliri, ta
fúria és complanta!
Indòcil o mansa, feréstega
o quieta,
encisaràs sempre la pomera
blanca
perquè ets lo poeta.
Poeta que sotges a prop de
la mar
venir les tempestes, les
barques anar,
i sents que el mirar-les te
fa el cor més gran,
desplega, Poeta, ta força
radiant,
que tu també encises
perquè ets mar gegant!
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