Pensamiento crítico con Radiografía de la Conspiranoia: Sectas destructivas, por Cesc Fortuny i Fabré

 



Estrictamente hablando, una secta es una escisión de un sistema de creencias religiosas, políticas, filosóficas, o de cualquier otro tipo, que suele proceder de otro grupo ya existente. El término se utilizaba antiguamente para denominar a los grupos religiosos que se habían separado, pero hoy, y sobretodo de manera coloquial, se puede referir a cualquier organización que se desvincule de otra para seguir un conjunto de reglas y principios diferentes, pero con connotaciones peyorativas. Como digo, de manera coloquial, arrastra una connotación claramente negativa.

Podemos discutir largamente sobre si es mejor usar el término secta, culto o nuevo movimiento religioso. Ya he hablado en otros artículos y podcast sobre el tema, pero haré aquí un modesto resumen, aclarando lo más importante. No existe consenso sobre como denominar a un grupo de personas que bajo creencias religiosas, políticas, económicas, pseudocientíficas, pseudoterapéuticas, filosóficas, etc … se estructuran y organizan de forma piramidal, con un líder incuestionable, con sus ideas rígidas e indiscutibles, con aislamiento de los miembros, explotación, coacción, abusos, y en definitiva coerción.

Dependerá del especialista que denomine a este fenómeno, secta, culto o movimiento. Si encontramos una justificación académica para usar tal denominación, encontramos también otra para usar una denominación distinta. Y por supuesto hay que contar que con el tiempo se han impuesto digamos “modas” a la hora de denominar el tema. Por este motivo uso aquí indistintamente los conceptos secta “destructiva”, grupo “coercitivo”, culto “destructivo”, amén de mezclas entre los sustantivos y sus adjetivaciones. Me refiero a lo mismo, grupos de personas con un líder carismático, que mantienen una actitud coercitiva con sus miembros, y que pueden incluso llegar al terrorismo en sus prácticas. Aunque obviamente, este último punto no es estrictamente necesario para considerarlas peligrosas, perniciosas y naturalmente coercitivas

. Se conocen una inmensa diversidad de sectas destructivas. Desde las que se presentan a sus acólitos como la única respuesta frente a un hipotético apocalipsis; hasta organizaciones multinacionales de carácter empresarial, que utilizan a sus miembros para formar sistemas piramidales y beneficiarse así de sus bienes o del esfuerzo de los afiliados de menor jerarquía. Aún así, es factible reconocer ciertas particularidades generales en estas agrupaciones.

Los líderes de los llamados grupos "sectarios" son a menudo sospechosos de socavar la libertad individual dentro del grupo o de manipular mentalmente a sus miembros, a veces apropiándose de sus propiedades y manteniéndolos en un estado de sujeción psicológica o física, además de amenazar el orden público.
Normalmente, es muy difícil que un estado posea un marco legal que defina estrictamente y con precisión este fenómeno. Los marcos legales no pueden ser rígidos, claros , y concisos, ya que se corre el peligro de vulnerar las libertades de conciencia, opinión y religión, pero define y condena lo que podríamos denominar como perversiones sectarias. Pero para ello, es necesario conocer el comportamiento abusivo de estas organizaciones, tanto como los delirios de sus líderes, y establecer de este modo si van en detrimento de los derechos humanos o las libertades fundamentales, constituyen una amenaza para el orden público o son contrarios a las leyes.

El sectarismo enfatiza la legitimidad única del credo y las prácticas de los creyentes y aumenta la tensión con la sociedad, del mismo modo que se caracteriza por el "autoritarismo epistemológico": las sectas se definen a sí mismas como una fuente de autoridad para la atribución legítima de herejía a otros grupos. Las sectas reclaman un acceso exclusivo y privilegiado a la verdad o la salvación y sus adeptos consideran a todos los que están fuera de los confines de la colectividad como un error.

Los adeptos niegan que la secta a la que pertenecen, sea un grupo sectario, creyendo que sus visiones del mundo consisten en la verdad absoluta, y esto se basa en la formulación de un corpus de enseñanzas aceptadas y ratificadas por sus autoridades, promoción de eventos socializadores, disposición de símbolos identificativos comunes, sentimiento de superioridad en relación con los no miembros, noción de oposición entre lo sagrado y lo profano.

Las ventajas que ofrece el grupo coercitivo al aspirante son totales, hablamos de opciones espirituales, de trabajo, de relaciones sociales, la promesa de la satisfacción total si el individuo cumple con todos y cada uno de los requisitos, mostrando al colectivo con una apariencia maravillosa, ocultando sus aspectos negativos, y sublimando unos objetivos, que de ser alcanzados, proporcionarán todo aquello que el aspirante persigue desesperadamente. Y este es un punto crucial, ya que hay una desesperación, un sueño inalcanzable, un desencanto y una enorme fragilidad provocada en muchas ocasiones por malas experiencias, tanto emocionales como formativas, es decir, en el proceso de maduración y crecimiento del individuo.

Los grupos coercitivos, se muestran cohesionados mediante publicidad engañosa y se presentan como centros de rehabilitación, asociaciones, etc … también como grupos exclusivos con capacidades únicas, se critica al resto de grupos y presumen de ser los únicos que pueden conseguir los objetivos, incluso llegan a persuadir a los adeptos para que abandonen tratamientos médicos o psicológicos, además exigen esfuerzos excesivos, económicos y personales, o se interponen en las relaciones de familia o de pareja. Su estructura es extremadamente jerárquica y también es importante señalar que se emplea la comunicación y la retórica para argumentar su misión y funcionamiento, de modo que pueden resultar muy convincentes.




Los seres humanos tenemos la necesidad de ser aceptados por el grupo, y por supuesto de pertenecer a uno, y muchas veces estas exigencias se ven totalmente insatisfechas, igual que puede no verse saciada su progresión espiritual, y en estas situaciones, encontrarse con un grupo que parece tener ideas afines y que ofrece protección y cobijo, puede despertar la necesidad de formar parte de él sin saber que en realidad se está aceptando el ingreso en una secta. Pero además muchas veces se producen tanto coacción como engaño, cuando la persona es vulnerable o se encuentra en un momento que la hace especialmente débil, estos grupos usan la seducción. Si las víctimas están en edades críticas como la adolescencia y con problemas de autoestima o problemas vitales como la muerte de un familiar, las sectas aprovechan esta situación a modo de herramienta, dando sensación de unión, apoyo, y felicidad.

Hacen sentir al neófito de manera muy especial, le hacen sentir protegido y querido, de esta forma es captado y se refuerza esta decisión para que sienta que ha hecho lo correcto, en muchas ocasiones su ingreso se celebra en grupo, y así, el adepto se compromete delante de todo el colectivo.

La persona se convierte en acólito y adquiere una nueva identidad, cada vez se le irá exigiendo más, de una manera progresiva y gradual, por ejemplo es usual que se le exija que hechice a nuevos miembros, que los capte, de esta forma se disfraza su disonancia cognitiva, es decir, sus propias dudas entre sus principios e ideales y los que le transmiten en el grupo y conforme a los cuales actúa, ya que al persuadir a nuevos adeptos se va fascinando más a si mismo y los nuevos aprendizajes, van enmascarando a los viejos. El líder usa varios métodos para atrapar al adepto en esa falsa felicidad. El sujeto no se percibe como una víctima, ni se siente en un principio coaccionado, cree que está en el grupo por propia voluntad.

En la década de los 80, tras escándalos que alarmaban a la opinión pública, como suicidios colectivos, asuntos políticos y económicos, poligamia, brujería o la práctica ilegal de la medicina, el término "secta", utilizado para designar algunos de estos movimientos, adquiere un carácter con fuerte connotación peyorativa, convirtiéndose en sinónimo de un grupo totalitario y peligroso, o en todo caso, de un sistema alienante y obligando a sus seguidores a colocarse en una posición de ruptura con la sociedad y sus normas.

Recientemente, algunos de estos movimientos han entrado en el nicho del desarrollo personal y la psicoterapia.

Terminaré con un rápido repaso a los casos más sonados de grupos coercitivos con actitudes terroristas i/o criminales. Quizás uno de los casos más impactantes sea el suicidio con cianuro de los 914 seguidores de «El Templo del Pueblo», en Guyana en 1978. Pero los sucesos de 1993, en los que murieron 87 miembros (entre ellos 18 niños) de la secta davidiana «Waco» liderada por David Koresh no se quedan atrás. Y en Europa, el suicidio colectivo de 53 personas, en 1994, pertenecientes a la secta «Templo del Sol», que también tenía miembros en Canadá. En 1995, el atentado de «La Verdad Suprema» en Japón, que mató a 12 personas con gas sarín, marcó a la ciudadanía nipona. También en ese mismo año, pero en Francia, el suicidio ritual y colectivo de 16 miembros y el asesinato de 3 niños de la secta «Orden del Templo Solar». Y para terminar, otro caso de suicidio colectivo, pero esta vez en California, se trata del suicidio colectivo en 1997 de 39 personas, miembros de la secta «Heavens-Gate», en el rancho de Santa Fe de San Diego.



Este artículo es el último de la primera temporada dedicada a las Sectas, para ver la serie completa AQUI


Todas las imágenes utilizadas para ilustrar los artículos de toda la serie son de libre uso, en caso contrario se especifica autoría.



Cesc Fortuny i Fabré:

https://radiografiadelaconspiranoia.wordpress.com
 

Me nacieron en Barcelona, mientras Morrison enviudaba a Pamela. Aprendí a domesticar armónicas y a exhibirlas en circos de pulgas, donde grandes hierofantes me mostraron el camino que lleva al gran agujero. Con oficio, albañiles de la palabra me han enseñado a alicatar mi casa. Me gusta surfear en olas de ruido, me gusta olfatear libros como el perro enganchado a la entrepierna, y en ocasiones, soy funambulísta de seis cuerdas. De muy joven me interesó el mundo audiovisual como herramienta para romper el discurso y el leguaje estructurado.

Mi formación académica es formalmente técnica y tecnológica. Técnico especialista en máquinas eléctricas, y también en instalaciones y líneas eléctricas. Técnico de mantenimiento de hardware, técnico Superior en Administración de Sistemas Informáticos en Red, postgrado en adminstración de redes Linux/Unix.

Fundador del colectivo de música experimental Artillería Pesada. Coorganizador del “Festival Tremó” en Monistrol de Montserrat. Redactor y codirector de la revista cultural La Nausea. Fui miembro de colectivo artístico Grup Tremó. He participado en certámenes y festivales de música y arte experimental. He estado y estoy vinculado a varias bandas musicales. He publicado dos poemarios y estoy presente en diversas antologías. Interesado en esoterismo y religiones comparadas, de cuyo estudio se alimenta mi trabajo artístico.
Escribo poesía y narrativa tanto en catalán como en castellano, así como ensayos en diversos medios en la red, publicando tambien diferentes trabajos musicales a través de net labels y sellos independientes.
Acompaño a diversos poetas en recitales, presentaciones y performances con mis trabajos de música experimental.

Residencias artísticas: 

• “Un bonic jardí per a destroçar”. Experimentación sonora para el proyecto Zé Pekeño. Centre d’art conemporani Konvent de Cal Rosal, (Berga, Colònia Rosal, Junio 2015).

• “El luto de los colores”. Proyecto pictórico-poético integrado por Jaume Vendrell, Cesc Fortuny i Fabré y Marian Raméntol. Acrílico sobre lienzo sin bastidor de 2 x 2 m. Centre d’art conemporani Konvent de Cal Rosal, (Berga, Colònia Rosal, Septiembre 2011).

• “Metáfora, en busca del lenguaje único”. Proyecto conjunto con Marian Raméntol en el que se experimenta con imagen, sonido y palabra en perpétua mutación. Centre d’art conemporani Konvent de Cal Rosal, ( Berga, Colònia Rosal, Agosto 2011).



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